viernes, 9 de febrero de 2018


CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO
            Una multa de 480 euracos, por hacer un fotomontaje del cristo de la amargura (con minúsculas), a un habitante de Jaén. ¿No sería mejor multar a quienes le denunciaron e hicieron perder el tiempo al juez? Y, ya de paso, que paguen las costas del juicio. Un delito de la transición fue dejar a la iglesia católica con todo el poder que había acumulado a la sombra de la guerra civil y de la dictadura franquista.
                          Fotomontaje del Cristo de la Amargura con la cara del condenado.
                        
            Seguimos viendo como personajes con poltrona en la iglesia insultan a homosexuales o lesbianas, como hacen comparaciones de cárcel con quienes tienen que abortar o destierran de su territorio a quienes deciden acabar con un matrimonio. Se introducen en la vida de los demás como si fueran los directores de la sociedad cuando parecía que quería ser laica. Y ahora porque un no amiguete se disfraza le denuncian y, lo más grave, el juez le condena. ¡Torquemada no se atrevería a tanto en nuestros días!
            Se han pasado la vida condenando a medio mundo al infierno, quemando infieles o herejes, obligando a cumplir con sus preceptos morales y apoyando a aquel asesino que nos tuvo atados 40 años porque con él sus privilegios estaban a salvo. A la Republica se le ocurrió aprobar el divorcio, quitar el sueldo a los curas, expulsarles de la educación e intentar hacer una sociedad laica y respetuosa con todos. Ellos declararon como Cruzada (sin moros…o estaban con ellos…) derrocar al gobierno, provocar una guerra civil, apoyar las represalias y ayudar a robar la libertad de los españoles.
            Siguen creyéndose los amos del prado. Disfrutan de cuantos privilegios nos podamos imaginar. Continúan dominando la educación de las élites de este país y sus organizaciones, léase Opus o Kikos, tienen privilegios impensables en un estado laico. Los políticos deben pensar que los púlpitos todavía regalan votos y prefieren dejar que los impuestos los paguen otros y que el adoctrinamiento religioso se mantenga en sus centros educativos. ¡Hasta Finlandia entendió que el Estado debe garantizar una educación pública para todos!
¡Cuánta discriminación ha crecido a la sombra de la enseñanza privada! Esto ha hecho que ahora sea insoluble el problema creado por la acumulación de conflictividad en unos centros y la selección silenciosa de otros. Muchos padres no ven otra elección que la enseñanza religiosa para evitar determinados centros. Pagaremos durante décadas el error de olvidar sus pecados…
            Y no nos dejemos impresionar, seguimos pagando el profesorado de religión de los centros públicos y les dejamos entrar a catequizar en sus edificios. No extraña que se crean tan poderosos como para intentar enchironar a quien osa, sin ser amigo, utilizar sus imágenes de modelo.

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