NO
OLVIDAR NUNCA A LA LUNA Y AL MAR
“Los
muros del poder económico, político y su consecuencia feroz, la autocensura,
ensombrecen cada vez más el periodismo y a sus profesionales. El oficio más
bello del mundo no goza de buena salud en una sociedad donde la violencia
institucional se ceba con los más débiles y sirve, reverencialmente, a ricos y
poderosos.” (Público. Editorial 13 de febrero 2018).
Esta
sociedad nos tiene entretenidos con mil juguetes aparentemente inofensivos, nos
va robando el tiempo porque tenemos que trabajar y ganar dinero para comprar
cosas, muchas cosas, y desvía nuestra atención de lo importante con una pasmosa
impunidad. Nos gustan los deportes, tenemos que ver los telediarios, hay que
pasar por TV5 o engancharse a Operación Triunfo, ocupan nuestro tiempo de ocio
con series, películas, debates o conciertos, acomodan con increíble facilidad
nuestras vidas de ciudadanos del primer mundo a sus deseos. Es difícil caer en
el aburrimiento y procuran que nadie caiga en la tentación de pensar en exceso
por sí mismo.
Los
teléfonos, las redes sociales, las dos cosas juntas, y mil anuncios de eventos
cercanos nos recogen, si no tenemos suficiente o hemos decidido que la
televisión puede afectar seriamente a nuestra salud mental. Nos introducen en
mil relaciones artificiales, urgentes, posesivas y acaban dominando a aquellos
que se hicieron fuertes en su mundo. Los temas, las ideas, las formas de
relacionarnos las dominan a la perfección y la prisa hace que no percibamos que
estamos siendo dominados por esos poderes ocultos que dirigen nuestras vidas.
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Elías, listillo, ¿te crees que leyendo
mucho no estás haciendo lo mismo? A vivir en mundos creados por otros, por
ellos, y tener una cola de historias que están metiendo nuevamente prisas a tu
vida.
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No puedo llevarte la contraria, por eso
esta mañana, al levantarme, he prometido no dejar de mirar la luna, los
atardeceres junto al mar y esas estrellas brillantes que me apartan del
bullicio y me obligan de vez en cuando a parar el AVE y disfrutar de un paseo
en carro por mi tiempo.
Quedarnos solos un ratito, evitar que
nos invadan, saber que sus temas no son nuestros temas, ser conscientes que
hasta el más comprometido y brillante pensador está dominado por esas fuerzas
que manipulan sin piedad el ritmo y los pensamientos de nuestras vidas. Quizá
luego pueda surgir otro 15M o algún día el reparto de la riqueza sea menos
cruel; no podemos dejar de soñar y la luna y el atardecer junto al mar son difíciles
de robar.
Voy a ponerme el termómetro… me he
puesto muy trascendental y eso no conviene.
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