domingo, 18 de febrero de 2018


NO OLVIDAR NUNCA A LA LUNA Y AL MAR
“Los muros del poder económico, político y su consecuencia feroz, la autocensura, ensombrecen cada vez más el periodismo y a sus profesionales. El oficio más bello del mundo no goza de buena salud en una sociedad donde la violencia institucional se ceba con los más débiles y sirve, reverencialmente, a ricos y poderosos.” (Público. Editorial 13 de febrero 2018).

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Esta sociedad nos tiene entretenidos con mil juguetes aparentemente inofensivos, nos va robando el tiempo porque tenemos que trabajar y ganar dinero para comprar cosas, muchas cosas, y desvía nuestra atención de lo importante con una pasmosa impunidad. Nos gustan los deportes, tenemos que ver los telediarios, hay que pasar por TV5 o engancharse a Operación Triunfo, ocupan nuestro tiempo de ocio con series, películas, debates o conciertos, acomodan con increíble facilidad nuestras vidas de ciudadanos del primer mundo a sus deseos. Es difícil caer en el aburrimiento y procuran que nadie caiga en la tentación de pensar en exceso por sí mismo.
Los teléfonos, las redes sociales, las dos cosas juntas, y mil anuncios de eventos cercanos nos recogen, si no tenemos suficiente o hemos decidido que la televisión puede afectar seriamente a nuestra salud mental. Nos introducen en mil relaciones artificiales, urgentes, posesivas y acaban dominando a aquellos que se hicieron fuertes en su mundo. Los temas, las ideas, las formas de relacionarnos las dominan a la perfección y la prisa hace que no percibamos que estamos siendo dominados por esos poderes ocultos que dirigen nuestras vidas.
-          Elías, listillo, ¿te crees que leyendo mucho no estás haciendo lo mismo? A vivir en mundos creados por otros, por ellos, y tener una cola de historias que están metiendo nuevamente prisas a tu vida.
-          No puedo llevarte la contraria, por eso esta mañana, al levantarme, he prometido no dejar de mirar la luna, los atardeceres junto al mar y esas estrellas brillantes que me apartan del bullicio y me obligan de vez en cuando a parar el AVE y disfrutar de un paseo en carro por mi tiempo.
Quedarnos solos un ratito, evitar que nos invadan, saber que sus temas no son nuestros temas, ser conscientes que hasta el más comprometido y brillante pensador está dominado por esas fuerzas que manipulan sin piedad el ritmo y los pensamientos de nuestras vidas. Quizá luego pueda surgir otro 15M o algún día el reparto de la riqueza sea menos cruel; no podemos dejar de soñar y la luna y el atardecer junto al mar son difíciles de robar.
Voy a ponerme el termómetro… me he puesto muy trascendental y eso no conviene.

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