sábado, 17 de marzo de 2018


OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE
Si me haces daño: tienes cadena perpetua y nadie piensa en revisar…
El odio puede superarse, la venganza parecía desterrada.

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            De nuevo los medios de comunicación nos han vuelto a jugar una mala pasada. Han recreado el cruel asesinato de un niño de ocho años para mover los sentimientos de las personas y despertar su odio hacia quién haya podido cometer semejante atrocidad. Existen unos cuantos crímenes parecidos en España en los últimos años, que se olvidaron muy pronto, pero decidieron que éste tenía todos los ingredientes para oscuros intereses. Posible asesina extranjera, de otra raza, padres separados, ingredientes que el Caso hubiera deseado para cualquiera de sus ediciones especiales.
            Va surgiendo mucha más maldad cuando nos comunican que el crimen era premeditado con una mezcla de celos, dinero, pasado oscuro y mala fe. Las personas nos lanzamos a la calle a pedir “justicia” y parece leve la pena de muerte para semejante atrocidad; como nos curaron de este pensamiento hace tiempo pedimos la cadena perpetua permanente para enterrar a la posible culpable entre rejas.
            Vendiendo la idea de que salvamos al mundo de los peligros más inminentes exigimos venganza, volvemos al ojo por ojo y diente por diente. Hace tiempo que en Euskadi existen personas que venden, con éxito PPero, la idea del castigo eterno para quienes un día hicieron daño irreparable y quieren que paguen encerrados el daño que infligieron. Solo queda una alternativa: pena de muerte inmediata o pena de muerte entre cuatro barrotes, lejos de la mente humana la posible reinserción.
            Solamente vivimos una vez y muchos habían decidido que robar, en frío, este tesoro a una persona era un acto que una sociedad civilizada no debía llevar a cabo. Ver a los padres de las víctimas en la tribuna del Parlamento, invitados por el PP (también les podía haber invitado Ciudadanos), pidiendo la cadena perpetua era cuanto menos una imagen llena de sensiblería barata que no puede permitirse el legislador. Consiguieron que la corrupción, los contratos basura, las míseras pensiones de muchos/as, el atropello de la libertad de expresión o los privilegios de los políticos quedarán olvidados para centrarnos en lo importante: castigar duramente (treinta años de prisión son poco) un crimen atroz dejando vía libre a los deseos de venganza.
           



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