viernes, 20 de abril de 2018


LA AGONÍA DE E.T.A.
Un problema enquistado que da votos a la derecha.
Irlanda, Colombia… fueron más generosos para solucionar el fin de sus guerrillas.
Ahora serán los presos y después inventarán otro defecto del enemigo.

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            El gobierno del PP se empeña en mantener una postura de fuerza y de humillación total para quienes utilizaron la violencia para defender sus ideas en tiempos en que la sociedad española sufría la dictadura más sanguinaria de su historia. Aquellos tiempos pasaron, aquellos atentados de ETA se prolongaron mucho más allá de lo necesario y fueron reprimidos con fuerza, aunque con momentos de negociación para acabar con sus asesinatos.
            El nacionalismo burgués, de derechas, de Euskadi les dejó con el culo al aire mirando más sus votos (al igual que los PPeros) que un final definitivo donde la generosidad primara sobre la venganza. Los movimientos que apoyan el recuerdo de algunas víctimas están siempre en el “ojo por ojo” y no en un  intento de normalizar la situación del país.
            Es tan fácil volver a matar que asusta la soberbia del gobierno cuando la banda terrorista da pasos en busca de una salida para sus presos. Cuando no existe riesgo de que vuelvan a sus atentados, y han decidido disolverse, parece el momento de tomar medidas para que la cárcel no sea un castigo sino una solución. Parece sencillo un acercamiento a los presidios de Euskadi con lo que eso suponer para las familias y para los presos y comenzar a aplicar medidas que aminoren las penas o que las hagan desaparecer. Todos hemos sufrido en tiempos de la dictadura y ellos, de alguna manera, son producto de aquella falta de libertad y represión en que vivía el país con Franco.
            No pueden hacer de jueces los familiares de las víctimas que dejan ver un odio desmedido en cada intervención pública en que aparecen. Deben recibir la ayuda que sea necesaria por lo que perdieron pero no convertirse en dirigentes políticos de la extrema derecha que no contempla la redención porque están instalados en la venganza.
            Sentarse a negociar sobre los presos parece el mejor camino para volver a la reconciliación y a disminuir la radicalidad instalada en la sociedad. Política es aprender de los errores y tratar de reinsertar a quienes perdieron su libertad. Cuando ves en el poder del Estado a miembros del IRA, votados por los ciudadanos, o a guerrilleros de América Latina defendiendo sus ideas en los parlamentos, piensas que hay temas en los que no hemos avanzado y convertimos el castigo permanente, no revisable, en la no solución de los problemas reales.
            Es imperdonable que a cada paso que de por la concordia ETA el PP saque pecho y farde de victorias y castigos perdurables.

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