UNA
MONARQUÍA FUERA DE LUGAR
Aquella
República derrotada por un golpista nunca fue restaurada.
Estos
borbones son herederos de Franco, el asesino que acabó con ella.
Impuesta,
con calzador, en una Constitución dictada por el miedo.
Aquella República de 1931 hacia
sonreír a España e intentaba repartir el pastel entre todos los habitantes del
país. Ya hablaba de repartir tierras (el tesoro de aquellos años), de
independizarse de la tutela maléfica de la Iglesia y de abrir las puertas a las
ideas más avanzadas de los países europeos. Quién acabó con aquella esperanza
mantuvo prisioneros a los españoles, cargados de miedo, y ejerció un poder
despótico cuando ya hacía mucho tiempo que los países occidentales habían
olvidado a Hitler y el fascismo.
Bajo el manto de aquel asesino, y de la
iglesia, se educó el que luego fuera nombrado heredero, Juan Carlos, de aquel
otro borbón, Alfonso XIII, que marchó cargado de millones(como otro que yo me
sé) a hacer de Europa su cortijo con el dinero de los españoles. Una
institución caduca en aquel siglo XX volvió al trono por el deseo de Franco, la
iglesia y el dinero de mantener el poder hasta después de muerto el dictador
(al que dejaron morir sus amigos lentamente en la cama). Una monarquía nunca
votada después de haber robado la República.
Juan Carlos juró las leyes franquistas,
fascistas, pero fue cediendo un poquito de terreno para asegurarse el trasero
en el trono durante más tiempo y así
comenzar la sacrosanta cruzada de devolver a España la democracia con los
aplausos de unos medios de comunicación haciendo coro a su majestad. Suben los
colores a muchos españoles recordar cómo se vendió de barata la República por
un miedo que ya duraba demasiado tiempo y que decidió volver a arrodillarse
ante la iglesia, los potentados y los borbones.
Cuando vio que aquello se desmadraba, y
que su trono se tambaleaba por el cabreo de los amnistiados (que vergüenza,
ladrones y asesinos limpios por la gracia del miedo), no dudó en manejar un 23F
para mayor honra y gloria de su poltrona y volver, con la venia de la prensa y
de partidos políticos, todos callados, a convertirse en el salvador de su
propio bienestar.
Ni corinas, ni petróleo, ni árabes, ni
cien camas visitadas tocaron las páginas de los diarios durante muchos años.
Estaban construyendo el santo que luego derribaron. De aquel rey, hoy es
sucesor e hijo Felipe, el rey que en un intento de acercar la monarquía al
pueblo se casó con (para ellos) una plebeya; los medios de comunicación ya
tienen carnaza para vender un simulacro de libertad e ignorar las amistades del
señor ungido por la borbonía, sus juergas de juventud o cuantas ocultaciones y
favores tuvo en su decisión de coronar reina a aquella locutora de la tele.
Estamos esperando el referéndum que
deben desde 1936 a los españoles. No se trata de una abuela que no puede
hacerse una fotografía con sus nietas o de una reina que parece borrar besos
con su mano o del feo gesto de la princesita retirando con violencia la mano de
su yaya. No estarían ahí si la pareja que les precedió no hubiera servido tan
bien a su causa.
Es hora de soñar que una republicana
reconvertida en reina pueda ayudar a acercarnos a los que nos robó aquel
golpista, llamado Franco, que entronó a los borbones de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario