UN
PIRÓMANO EN EL CASA BLANCA
Nos
entretiene con Corea del norte para prender fuego en Palestina.
El
dinero de los judíos pesa en la economía estadounidense.
Sus
crímenes son defensa propia cuando es el ocupante.

Hace 70 años decidieron expulsar a
los palestinos de su país, cientos de miles de ellos fueron desplazados o “esclavizados”
por los colonos judíos con la aquiescencia del mundo occidental. No ocuparon el
desierto sino ciudades habitadas como Haifa dónde apenas quedaron 3000
palestinos de los 75.000 que en aquella ciudad habitaban. Una ocupación del
poderoso con la complacencia de quienes damos lecciones de democracia a ese
mundo.
Llevan décadas viviendo en la
indigencia mientras ven como los colonos, armados hasta los dientes (con armas
atómicas incluidas, porque EE.UU. ha decidido que son los buenos), se instalan
en la prosperidad que proporciona el dinero. Unos viviendo de la caridad, encerrados
en su miseria, mientras los tanques les apuntan para asegurar su aquiescencia.
Ellos, cada cierto tiempo, cogen sus tirachinas y se acercan a conquistar
Israel y, evidentemente, son considerados terroristas peligrosos por reclamar
con sus armas potentes lo que siempre fue suyo.
Un pirómano, que debe muchos favores
a los habitantes de Israel, ha decidido romper todas las normas que se pusieron
los invasores y trasladar su embajada a Jerusalén. Un acto de provocación que
ya va teniendo consecuencias, casi 60 muertos y 2000 heridos, en el inicio de
un conflicto que solamente acaba de comenzar, mientras la hija y el yerno judío
del pirómano inauguran, con asistencia de líderes occidentales que se dicen
demócratas, la provocadora embajada a la que no le sentaba bien el clima de Tel
Aviv.
La tierra sagrada que eligió dios
para su pueblo protegido puede defenderse a cañonazos. Occidente calla,
sorprendentemente el francés abrió un poquito la boca, la ONU consiente, todos
miran para otro lado mientras Estados Unidos y su protegido (por la pasta de
los judíos americanos) masacran a una población que se defiende con tirachinas.
Y nos siguen comiendo el coco para que pensemos que somos los mejores, que
quienes matan con impunidad son los buenos y que las imágenes desgarradoras son
gajes del oficio para que sigan mandando los de siempre, los de los tanques…
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