EL
PAPA Y LAS VIOLACIONES
Lo
sentimos mucho, no se volverá a repetir (a reírnos del Emérito).
Mantienen
en su organización a personas culpables de abusos y violaciones.
Conocían,
desde siempre, los delitos y ocultaron a los delincuentes.
El Papa conocía desde siempre los
abusos sexuales que curas y monjas llevaban a cabo con total impunidad,
aprovechando su superioridad “espiritual” y la edad de las víctimas. Y estuvo
calladito como los Papas anteriores y los obispos, arzobispos y cardenales. Si
abre la boca es para expulsar de su organización, y entregar a la justicia
ordinaria, a cuantos llevaron a cabo hechos tan deleznables.
Las religiones siempre han tenido
problemas para entender la sexualidad y especialmente la Iglesia Católica de aquella
España, nacida de la cruzada de Franco, que campaba a sus anchas declarando
pecado todo lo relacionado con el sexo y excomulgando a quienes no respetaban
sus estrictas leyes en la materia. ¡Y sabían lo que tenían dentro! Sus
sacerdotes, frailes y monjas parecían ser perdonados de tales delitos y se
ocultaban sus latrocinios, con menores y mayores, a la mayor honra de la
institución. Lo más fuerte que hacían es cambiar al religioso delincuente de
rebaño para que comenzara de nuevo con sus viejos delitos de abusar, desde su autoridad
moral, de niños y mayores.
Censuraban besos en las películas,
prohibían que chichos y chiscas se bañaran juntos, el baile era el diablo y
pecado mortal si era agarrado, escupían desde los púlpitos condenas contra
quienes se separaban o tenían relaciones antes de casarse por el rito de la
santa madre iglesia. Los homosexuales (los que no eran ellos) estaban enfermos
y había que curarles y la mujer estaba apartada de cargos en una iglesia
machista hasta los tuétanos que sigue manteniendo hoy sus esencias a la vista
de todos.
A los delincuentes de su casta se
les protegía, se callaba, sabiendo toda la jerarquía lo que tenían debajo. No
iban a la cárcel, les cambiaban de diócesis (como mucho) y a continuar con sus
aficiones a delinquir. En España tenían su justicia y era muy raro que algún
sacerdote fuera juzgado por la justicia ordinaria.
Para pedir perdón hay que denunciar
a los culpables, mandarles a los tribunales ordinarios y aportar las pruebas
que ocultan para que sean castigados como cualquier hijo de vecino. Los tienen
dentro y les protegen. No basta con aquello de no volverá a pasar… no sé si es
buena idea mantener en abstinencia a tantos verracos como son ordenados
sacerdotes o profesan en sus conventos pero al menos un respeto a quienes
tienen otras tendencias sexuales u otra forma de entender la relación afectiva
entre las personas y consigo mismos.
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