viernes, 17 de agosto de 2018


“LUCES EN EL MAR” de Miquel Reina
“La vida solamente tiene un propósito, y es vivirla.”
Libro pesado pero que al final deja mensajes para recordar.
Demasiados días, meses y años olvidamos esa frase tan sencilla.

                                 Resultado de imagen de un barco viejo navegando

            “La vida es un camino de nómadas. Un camino, sin árboles en los que esperar a que la lluvia deje de mojarnos, sin márgenes por los que escapar, sin faros que nos indiquen cual es la mejor senda cuando estamos perdidos. No puedo desperdiciar la vida que se me ha otorgado quedándome quieto, lamentándome del pasado hasta que se agoten mis días.”
            Aquella sonrisa al levantarme, aquella mirada de cariño, aquella visita al cielo para llenarme de azul… tantas pequeñas cosas que olvidamos con las prisas, con el afán de conseguir cosas materiales cuando quizá podemos encontrar tesoros mucho más valiosos en pequeños gestos que hagan más bonitos nuestros días.
            Sabemos que el tiempo de nuestras vidas es limitado  aunque tratamos de olvidarlo porque es una realidad excesivamente pesada. Algunos, muchísimos, han acudido a la religión para regalarse la eternidad pero quizá es más valiente reconocer que tenemos los años contados y que debemos mirar hacia delante cada día después de aquella sonrisa al despertar.
            Sabéis, lo que os perdéis por estas páginas, que soy amigo de la luna y del tiempo detenido, amiga fiel y sueño siempre interrumpido. Son momentos en que la vida se recrea para bajar, sin remedio, de nuevo a la rutina intentando avanzar entre zancadillas y horribles noticias por el sendero que nos ha regalado el destino. Sabemos que hemos tenido la suerte de caer de pie en un mundo lleno de cosas que nos sobran, de comodidades que nos adormecen y de distracciones que intentan alejarnos de la realidad. Miles de millones de personas no han tenido esta suerte y deben preocuparse de sobrevivir o ver cómo las personas que les rodean abandonan su tiempo mucho antes de lo que se puede esperar en nuestra sociedad.
            El libro, un poco pesado e irreal, nos lleva a un barco ligero de equipaje donde dos personas se hacen conscientes de que la vida solamente tiene un propósito, ser vivida. Si además soñamos, hablamos con la luna y descubrimos senderos bonitos por donde pasear, esa existencia tendrá motivos para sonreír al despertar…
           




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