lunes, 3 de septiembre de 2018


LA FAMILIA ISRAEL/ESTADOS UNIDOS
Ellos se juntan para putear a Palestina.
Expulsaron de su país a más de seis millones de personas.
Ahora les niegan la supervivencia en los campos de refugiados.
                    
                    Derribada porque ellos decidieron que era ilegal

            Ya conocemos la historia, un pueblo rico que andaba desperdigado por el mundo (el judío) decidió con su pasta expulsar a quienes vivían en las tierras que según ellos dios había designado a su pueblo elegido. Acabaron comprando el país y expulsando a millones de personas de una tierra en la que ya llevaban viviendo más de mil años, imponiendo su fuerza armada, su religión y sus normas y machacando a quienes osaban plantarles cara. Algo así como si los musulmanes reclamaran toda la Península como suya por ser Toledo su ciudad sagrada.
            Palestina es un pueblo sumido en la esclavitud y que sobrevive de las ayudas humanitarias que llegan de los países occidentales que se sienten un poco culpables del desastre que contribuyeron a montar con el cuento de la segunda guerra mundial. Trump, un genio de la historia y de las finanzas, ha dicho que ya está bien de caprichos que lo mejor es que se mueran de hambre o que vengan a ahogarse al Mediterráneo pero que su pasta es para ayudar a que Israel sea cada día más fuerte. Un acto humanitario que sonroja a las personas que cierran los ojos ante los actos de destrucción masiva (¡y nos reímos de las bombas atómicas!
            Israel, apoyado por los judíos americanos supermillonarios, está armado hasta los dientes, no tiene restricciones para poseer bombas atómicas, energía nuclear y lo que le salga de las narices. Son amigos, compinches, de Estados Unidos y se les permite que estén blindados y escupan metralla cuando alguien les molesta con un tirachinas. Mi cabreo de hoy lo provocó el ver el otro día como una máquina excavadora destruía una casa porque unos de los miembros de su familia ha infringido alguna de sus normas.
            Es una ley no escrita para atemorizar a un pueblo sometido al que cada día roban terreno como en las conquistas de siglos pasados. Cada vez que algún organismo internacional, como la ONU, intenta pedir algo de justicia para los palestinos surge la voz del amo, Estados Unidos, en forma de veto para acallar a los intrépidos de tanto atrevimiento.
            Podemos dudar de que sean un pueblo elegido por dios (menuda dios de enchufes que se inventaron que ya tenía preferencia) pero cada día nos enteramos de que están protegidos por las armas de los poderosos gringos, por su ejército armado hasta las dientes y por una leyes que castigan a una familia entera cuando alguno de sus miembros blasfema.

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