UN
ABUELO RECUERDA SU PUEBLO
No llegaba a las cuarenta
casas, escondido entre montañas soportaba crudos inviernos y calurosos veranos.
Las calles de tierra dejaban circular carros, caballos, gallinas, niños y
gatos. La iglesia y el pilón eran los puntos de encuentro….
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además
del rosario vespertino con los vecinos, la tienda de comestibles y las sillas
que despedían la tarde con mujeres haciendo punto o zurciendo medias y calcetines.
La fresquera, una habitación oscura,
hacía de frigorífico y la cocina de carbón era la única fuente de calor. La luz
apenas llegaba, débil, unas horas para enseñar los filamentos enrojecidos de
las bombillas y escuchar en la radio el parte de las nueve de la noche. Muchos
días las velas acompañaban a sus habitantes al irse a dormir a la hora que las
gallinas cuyo gallo llamaría de nuevo a la vida a la hora convenida.
El agua obligaba a visitar el pilón
tanto a las personas como a los animales y el arroyo lavaba pañales y camisas
con el calor del verano o rompiendo el hielo en invierno con una piedra.
Bañarse todos los hermanos en el mismo balde el domingo para quitar la roña
acumulada por las muchas horas de calle e ir a la misa obligada con aquel don
Magencio que nos visitaba una vez a la semana si no había entierros por medio.
Nuestra relación con el mundo exterior
era ver pasar un avión a la semana y la llegada del cartero casi siempre con
malas noticias si traía telegramas. Los mayores salían con sus carros al
mercado semanal para intercambiar sus productos por herramientas para volver a
trabajar, nosotros salíamos a coger moras, descubrir nidos, espigar y correr
como posesos tras el aro; la pelota maciza del Gorila y los cromos de las cajas
de cerillas eran los compañeros del pilla pilla, el escondite, la goma, la
rayuela o el churro, mango, mangotero, mediomango.
La televisión era nuestra
enciclopedia y, aunque parezca raro, hablábamos en persona con los amigos, nos pegábamos
y compartíamos secretillos, íbamos todos los niños del pueblo a la misma clase
con un maestro recién llegado que tenía siempre cerca una vara delgada pero
dañina.
Continua
mañana… jajaja
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