lunes, 12 de noviembre de 2018


EL VERANILLO DE SAN MARTÍN
Ha llegado puntual a su cita con el otoño y el fraile generoso..
El cambio climático ha respetado, entre tormentas, un vestigio del pasado.
También días como estos irán desapareciendo si seguimos insistiendo.

                           Resultado de imagen de fotografias del veranillo de san martin

            Cuenta la historia “sagrada” que un frailecillo muy bueno dio la mitad de su capa a un sin techo en un día de frío otoñal y que el Señor como premio a su generosidad envió unos días de temperaturas veraniegas para los días siguientes. El señor es poderoso y ha hecho que durante siglos permanezca en nuestra memoria el gesto del buen fraile. Ni el cambio climático ha podido aún con su fortaleza y hoy aún perdura el veranillo de san Martín cuya festividad celebramos ayer.
Ajeno a tales milagros he salido a pasear de buena mañana. Un aire fresco se agradecía a la sombra del calor que regalaba el astro rey al que aquel dios ordenara apaciguar el frío de aquel siervo del señor que solamente tenía media capa. El cielo azul, las nueves blancas en el horizonte, el sol radiante y la sombra refugio para personas que salieron abrigadas sabiendo que estamos en otoño.
Por unos días podemos olvidar las riadas, las tormentas, los tornados, el viento huracanado y cuantos mensajes nos manda la naturaleza de que el cabreo de los osos del Ártico puede estar llegando a nuestras costas mediterráneas. Los hombres del tiempo no batirán estadísticas, ni rescataran náufragos de coches atrapados por ríos desbordados, tendrán que hablarnos de playas ocupadas por paseos placenteros junto a las aguas de un mar tan azul como el cielo.
Hasta las hojas de los árboles han detenido su vuelo sin saber si vamos hacia el verano o hacia el invierno. Mañana habrá acabado el veranillo de San Martín, olvidaremos al sol caluroso y al frailecillo de media capa, seguirán cayendo las hojas y volverán el viento huracanado y las lluvias torrenciales porque tanto osos como focas siguen muy enfadados.
Los políticos hablando de paz mientras montan guerras para sus mercados de armas, paseando bajo la lluvia de París que les engaña con un otoño normalizado en un mundo que ha declarado la guerra a la Tierra. Flores por una paz antigua y contaminación como arma para una guerra más mundial que aquella cuyos 100 años celebran.

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