UN
PUNTO EN EL UNIVERSO
El
agujero negro convierte la Tierra en un rincón invisible del Universo.
En
la Vía Láctea tenemos uno que tiene una masa igual a 4 millones de soles y está
a 26.000 años LUZ del Sistema Solar.
En
el Universo existen al menos 2 BILLONES
de galaxias
Recuerdo
cuando un punto en la pizarra de mi clase era la Vía Láctea…

Recuerdo cuando un punto en la pizarra
de mi clase era la Vía Láctea, mis alumnos nunca me creyeron y siempre tuve la
sensación de que, entonces con la pizarra y después con los ordenadores, nunca
fui capaz de trasmitir la insignificancia de la Tierra en el Universo, aunque
quizá alguno de mis alumnos pensó en la posibilidad de que existiera vida
inteligente en uno de esos mundos alejados de ese Universo infinito en continuo
crecimiento.
Evidentemente nunca tendremos respuestas
para las preguntas del comienzo de todo, la nada es tremendamente terca a la
hora de convertirse en algo. Introducirse en las preguntas produce creencias
sin fundamento como también las conclusiones de muchos científicos que intentan
responder a preguntas de imposible respuesta. Nadie nos convencerá de que de la
nada surgió este mundo o los miles de mundos que pueden existir, mejor vivir y
disfrutar que preguntar de dónde salió este paraíso.
Lo que pone de manifiesto que el dios de
las religiones no es tampoco creíble porque necesita otro dios que le cree. Y
desde luego que su hijo en una borriquilla fuera capaz de encontrar un domingo
de Ramos la Vía Láctea, la Tierra y Jerusalén entra dentro del terreno de la
ciencia ficción. ¡Qué duro tener la capacidad de pensar! Reconocer que nuestra
galaxia es un punto perdido en uno de los universos posibles nos pone a un
nivel de importancia más bajo que las hormigas que de vez en cuando buscan
comida en nuestras terrazas.
Tenemos la suerte de estar fuera de los
agujeros negros y de la capacidad de ignorar la realidad de nuestra existencia
con múltiples distracciones, placeres y sufrimientos. Somos capaces de
construir historias que mantengan sumisos a los de abajo en este valle de lágrimas
que espera un cielo, que tampoco nadie es capaz de encontrar, o un infierno,
que a pesar de sus miles de millones de habitantes castigados por los
diferentes credos no somos capaces de localizar.
Una sonrisa al aparecer nuestra estrella,
un suspiro al ocultarse cada día y una conversación con la luna, ignorando las
estrellas que la enmarcan, pueden ayudarnos a creer que somos importantes en
ese punto invisible del Universo que hemos llamado Vía Láctea.
No podemos permitirnos el lujo de pensar
en agujeros negros que tragan soles y en BILLONES de galaxias que hacen que sea
grande el punto en la pizarra que pintaba aquel maestro en sus clases. Nos
sobra capacidad para soñar milagros y sentir bonito. Lástima que nos
preocupemos poco de la mayoría de personas que lo tienen crudo para pararse a
ver amanecer o mirar a las estrellas.
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