sábado, 17 de agosto de 2019


UN DÍA TRISTE
Murieron personas que cometieron el delito de pasear por la Rambla.
Los asesinos son imprevisibles y muy difíciles de controlar.
Pero son, posiblemente, los únicos culpables de los asesinatos.

                                       Vista de la ofrenda floral tras el acto de homenaje a las víctimas en el primer aniversario del atentado en Cambrils, donde ha sido inaugurado un Memorial por la Paz instalado en el lugar en el que los Mossos d'Esquadra abatieron a los cinco terroristas que trataron de atropellar y acuchillar a varios transeúntes, matando a un persona.

            Demasiadas personas colgándose medallas o buscando culpables, atacando posibles fallos ajenos e ignorando los propios, todo un cumulo de despropósitos que pueden hacernos olvidar que el terrorismo es, en la mayoría de los casos, imprevisible y mucho más en éste que surgió de una explosión inesperada en Alcanar.
            Un imán que alecciona durante meses en Ripoll, que tiene antecedentes penales y que es vigilado por media Europa no es seguido por la policía autonómica y ningún vecino, musulmán o no musulmán, denuncia de forma anónima lo que está sucediendo. Ni los avisos de Bélgica parecieron provocar la más mínima sospecha sobre los sujetos en cuestión.
            Nadie pensó que un asesino desesperado pudiera acceder a la Rambla y acabar con la tranquilidad de quienes por ella paseaban. No se pueden poner límites en alta mar ni pensar que unos trozos de cemento sirvan para evitar una catástrofe. Cualquier persona puede llevar a cabo un acto de este tipo y el único aliciente de la Rambla era que todo el mundo conocería el atentado aunque no hubiera habido muertos.
            Me imagino que existen miles de personas infiltradas en movimientos terroristas de todo el mundo, no dudo de que los mossos tengan los suyos y es evidente que el CNI los tenía. Esas personas tienen una vida difícil que a veces les coloca en lugares dónde se producen atentados porque no pueden ser inmaculados y esperar que les cuenten sus secretos sus enemigos comportándose como angelitos caídos del cielo. El confidente del CNI murió en una explosión aparentemente accidental y no sabemos cuál hubiera sido su utilidad de mantenerse vivo.
            Un día entero para enterarse de que se preparaban explosivos en Alcanar parece un chiste en los tiempos que vivimos y que personas de Ripoll, perdidas a pares lejos de sus casas, no llamen la atención para ponerse en alerta parece una negligencia. Mil argumentos para buscar culpables e intentar que los miles de infiltrados en organizaciones terroristas dejen de ser secretos cuando algo inesperado sucede…
            Murieron personas inocentes, sacrificadas por unos terroristas que no respetan la vida de las personas y son los verdaderos culpables, y no podrán volver a pasear por la Rambla. Es hora para un recuerdo limpio de la injusticia que se cometió con ellos y para investigar, lejos de los medios de comunicación, qué se puede mejorar para evitar que otras personas puedan perecer cuando solamente cometan el delito de pasear.


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