VAMOS MIRANDO NÚMEROS
Va por tí, Fernando Sanabria.
Pero son personas que se van antes de
que el tiempo pensara llamarlas.
Y es tan rápido que no caben despedidas
ni frases de consuelo.
Duele cuando los números se convierten
en personas cercanas.
Cada día nos marean con los números,
el pico de la curva, si los niños y los perros tienen vía libre para disfrutar
de la calle o si sirven las mascarillas y se detectan a los cientos de miles de
contaminados. Los muertos no tienen cara hasta que te llegan las noticias de personas
cercanas que hoy estaban y en dos semanas desaparecieron solos, rodeados de
silencio y sin que quienes les queríamos hayamos podido decírselo ni a ellos ni
a quienes compartían su vida.
Este blog nació cuando tempranamente
murió mi mejor amigo, José Carlos, hace ya casi 10 años. Estos días nos ha
dejado Fernando que compartía con Valentín y nosotros dos las partidas en un
bar de la calle Balaguer, en aquel Can Oriach de los años setenta. Muchas
tardes, muchos quintos San Miguel y muchas alegrías compartidas. Nosotros
maestros de escuela, Fernando especialista en luz eléctrica. “Lógicamente” los
recuerdos se acumulan porque compartimos partidos de fútbol y todos sus hijos
vinieron al Rudera. Era una persona cercana, alegre, dispuesta a ayudar y de
una conversación fácil que hacía las tardes bonitas.
Se ha ido en silencio, como estos
días marchan alumnos y parientes, pero quiero que en este blog junto a José
Carlos permanezca el recuerdo de Fernando. El confinamiento no me dejó decirle
el adiós que siempre mereció. Aquellos años no se olvidan y aunque a través de
su hijo él sabía de mi cariño y yo me enteré de que era correspondido no está
de más dejarlo por escrito.
No son números, son personas las que
en estos días se esconden en los recuentos y en las trifulcas políticas y no
está de más recordarlo. Uno es mucho y 500 diarios son miles de mundos que se apagan
en silencio. Tenemos el deber de mantener las vivencias compartidas porque es
la manera que está a nuestro alcance de que no desaparezcan rápidamente en el olvido.
Un abrazo a toda la familia, como a
todos aquellos que conozco que se fueron y no me permitieron decirles adiós en
este tránsito tan rápido entre la vida y la muerte que ha traído consigo el
coronavirus.
Qué bonitos años los que
compartimos, el recuerdo devuelve a la vida risas, alegrías y quintos. Una luz
que se apaga, una persona que nos deja. Nunca serán números.
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