domingo, 19 de abril de 2020


VAMOS MIRANDO NÚMEROS
Va por tí, Fernando Sanabria.
Pero son personas que se van antes de que el tiempo pensara llamarlas.
Y es tan rápido que no caben despedidas ni frases de consuelo.
Duele cuando los números se convierten en personas cercanas.

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            Cada día nos marean con los números, el pico de la curva, si los niños y los perros tienen vía libre para disfrutar de la calle o si sirven las mascarillas y se detectan a los cientos de miles de contaminados. Los muertos no tienen cara hasta que te llegan las noticias de personas cercanas que hoy estaban y en dos semanas desaparecieron solos, rodeados de silencio y sin que quienes les queríamos hayamos podido decírselo ni a ellos ni a quienes compartían su vida.
            Este blog nació cuando tempranamente murió mi mejor amigo, José Carlos, hace ya casi 10 años. Estos días nos ha dejado Fernando que compartía con Valentín y nosotros dos las partidas en un bar de la calle Balaguer, en aquel Can Oriach de los años setenta. Muchas tardes, muchos quintos San Miguel y muchas alegrías compartidas. Nosotros maestros de escuela, Fernando especialista en luz eléctrica. “Lógicamente” los recuerdos se acumulan porque compartimos partidos de fútbol y todos sus hijos vinieron al Rudera. Era una persona cercana, alegre, dispuesta a ayudar y de una conversación fácil que hacía las tardes bonitas.
            Se ha ido en silencio, como estos días marchan alumnos y parientes, pero quiero que en este blog junto a José Carlos permanezca el recuerdo de Fernando. El confinamiento no me dejó decirle el adiós que siempre mereció. Aquellos años no se olvidan y aunque a través de su hijo él sabía de mi cariño y yo me enteré de que era correspondido no está de más dejarlo por escrito.
            No son números, son personas las que en estos días se esconden en los recuentos y en las trifulcas políticas y no está de más recordarlo. Uno es mucho y 500 diarios son miles de mundos que se apagan en silencio. Tenemos el deber de mantener las vivencias compartidas porque es la manera que está a nuestro alcance de que no desaparezcan rápidamente en el olvido.
            Un abrazo a toda la familia, como a todos aquellos que conozco que se fueron y no me permitieron decirles adiós en este tránsito tan rápido entre la vida y la muerte que ha traído consigo el coronavirus.
            Qué bonitos años los que compartimos, el recuerdo devuelve a la vida risas, alegrías y quintos. Una luz que se apaga, una persona que nos deja. Nunca serán números.
        

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