sábado, 16 de mayo de 2020

¡¡¡COMO ESCASEAN LAS PERSONAS HONRADAS!!! 
En el mundo de la política parece que es más difícil encontrarlas. 
Un detalle de Julio Anguita nos hacer hoy saludarle, despedirle. 
No cobrar dos pagas ni entrar en consejos de grandes empresas. 
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Algo que debería ser el pan de cada día nos hace admirar el detalle de un político que renuncia a su pensión como diputado porque ya tiene una, la de maestro, de 1900 euros. Personajes así nos hacen recordar a Gerardo Iglesias, su predecesor en Izquierda Unida, que volvió a la mina dejando su cargo y abandonando la  política. Deben ser tan pocos los que tienen estos detalles que nos hacen recordarles con cariño por renunciar a unas prebendas que deberían desaparecer. 
Hoy estamos rodeados de políticos que no han dado palo al agua en su vida, que peloteando y pegando carteles se auparon a cargos que son como una paga vitalicia permanente de rico. No se van y si lo hacen es para colocarse en un lugar donde recoger los frutos de sus favores y engordar sus cuentas corrientes. 
Julio Anguita, el califa de Córdoba, ha luchado por las ideas que tenía, no ha guardado silencio después de su retirada y con tranquilidad ha ido repartiendo lecciones dignas de ser escuchadas, algunas, porque salían de la boca de una persona que nos había demostrado que tenía unos principios que a la mayoría de los políticos ni se les acercan. 
Nunca he sido seguidor de su partido y tampoco acababa de convencerme el tono de profesor magistral con el que largaba verdades como puños pero su fidelidad a los principios siempre es digno de recuerdo y merece un aplauso póstumo por aquella lección que los actuales políticos no aprendieron. 
Eso de venir a servir debe ser para las clases inferiores y nuestros políticos están convencidos de pertenecer al reino de los seres superiores. Anguita hoy, y mañana, les afea sus gestos. 


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