LAS REDES SOCIALES NACIERON AYER
Nos costó adaptarnos a pedir las cosas por teléfono. Cuando contactábamos con el número teníamos que escuchar pacientemente grabaciones y extensiones que había que marcar para intentar llegar a destino. Con suerte llegábamos a hablar con alguien que nos indicaba que la extensión solicitada no era esa y que reiniciáramos el proceso. Con paciencia solicitábamos ayuda a alguien más joven para solucionar el problema. 10 minutos menos.
- ¿Dígame?
- Me.
- ¿Repítalo?
- Lo, lo, lo, lo, lo, lo, lo, lo, lo...
Con la pandemia todo se ha desmadrado, tenemos que pedir hora hasta para ser atendido en nuestro banco. Cualquier gestión con medicina, gimnasio, educación o información tiene que pasar por agotar la paciencia al teléfono y no nos enseñaron a practicar ninguna de las dos cosas. 20 minutos diarios esperando.
Cuando nosotros éramos jóvenes no solo no había agua ni luz en casa, sino que el teléfono no existía, ni público ni privado. Se extendieron los ordenadores cuando ya habíamos cumplido los cuarenta años y no nos pusieron profes para adaptarnos a los rápidos cambios que se producían. Los móviles son de anteayer y acabamos dependiendo de ellos porque perderíamos la comunicación con el mundo que nos rodea y si no los llevamos en el bolsillo parece que vivimos en la prehistoria.
Ahora los jóvenes, que acostumbran a tener menos paciencia que nosotros los mayores, comienzan a sufrir los problemas de la espera y de unas grandes empresas y una administración que buscan economizar esfuerzos y ahorrar dinero, aunque sea a costa del tiempo de sus clientes o de los ciudadanos que pagan a los funcionarios. Quizá, a la velocidad que vamos, los jóvenes de hoy tengan que padecer tanto o más que nosotros porque no podemos ni imaginarnos a qué tendremos que adaptarnos.
Ayer entré en el banco y me echaron porque no tenía cita previa, cuando quieres hacer una reclamación, como la de mi RENAULT CAPTUR, tienes que estudiar una carrera para encontrar el camino correcto, cuando quieres informarte del pasado los organismos no conocen ese tiempo... están faltando al respeto a los ciudadanos, sobre todo a los mayores que ya no tenemos años para asimilar tantos cambios.
Un señor recogía firmas para protestar por estos problemas y más de uno pensó que eso era cosa de cuatro abuelos y es el día a día de miles y miles de personas.
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