CLUB DEPORTIVO ESCOLAR CAN ORIACH
Son recuerdos personales de la historia del Club. Creo que fue algo muy bonito y que cayó en el olvido como si no hubiera existido. Muchas cosas importantes no aparecerán aquí porque nos volvemos selectivos con los recuerdos e intento evitar dar protagonismo a personas, pero queda abierto el blog, y mi correo, para aportaciones de quienes compartieron esta experiencia.
Unas 20 entradas del mes de febrero de 2022 intentarán revivir, por momentos, aquella experiencia del olvido. Ni los historiadores del barrio se enteraron de su existencia...
CAN ORIACH 1968
Llegué a Can Oriach en la cabina de un camión que transportaba los muebles de mi familia. Parecía que Sabadell no se acababa nunca. La Avinguda, la Rambla, el ayuntamiento, la Concordia... bajé tres veces a preguntar dónde estaba el Miguel Carreras, la escuela de mi destino. El barrio me recibió al otro lado de la vía del tren, creo que fui consciente desde el primer momento de que era un barrio diferente, lejano a Sabadell.
Era el año 1968 y aquella tierra de viñas, olivos y almendros ya estaba siendo invadida por inmigrantes que buscaban una vida mejor cerca de la ciudad textil por excelencia que prometía trabajo y futuro para los hijos. Al girar en lo que me dijeron que era una iglesia, la más fea que había conocido, el camión se encuentra con una calle sin asfaltar llena de barro que parece conducirnos fuera de la ciudad.
Creo que a aquella parte de la nada le llamaban la ciudad sin ley, pero lo que es cierto es que la mayoría de sus habitantes vivían sin agua en casa, sin luz en las calles, sin teléfonos cercanos, sin unas casas acogedoras porque la mayoría las habían ido levantando con sus manos. Más de la mitad de las personas mayores eran analfabetas, solamente había dos colegios públicos, el Kennedy y el Miguel Carreras, con 50 alumnos por aula que no molestaban a los maestros porque las permanencias, pagadas por los padres para quedarse los niños en el colegio una hora más, era casi como un nuevo sueldo.
Los maestros tenían casa gratis, ayuda del ayuntamiento, clases particulares y esas permanencias con las que mejoraban su vida porque con el sueldo de 6000 pesetas se podía estar a las puertas de aquello de pasar más hambre que un maestro de escuela. Nadie quería ser maestro y casi todos provenían de fuera de Catalunya.
Aquella calle sin asfaltar, Balaguer, al lado de la iglesia rara, esperará el barro seco para que los niños puedan jugar en la calle o apedrear al tren si no andaba rápido. Bajar a Sabadell era una excursión poco practicada y el 2, nuestro autobús, no quedaba muy a mano. A trabajar horas sin sol para criar a familias numerosas y soñar con un futuro que compartían con sus vecinos. Uno de cada 10 también utilizaba servicios higiénicos comunes porque solamente disponía de una o dos habitaciones para albergar de 5 a 7 personas, eran las estadas.
Conviene recordar estos años porque fuimos durante décadas un barrio olvidado que luchaba por sobrevivir y mejorar sus condiciones de vida. No se arreglaron las aceras en un año, ni el alumbrado, ni los sueldos dignos, ni se conquistaron fácilmente las pocas plazas de las que hoy disfrutamos. Aquella iglesia fea estaría al lado de los trabajadores en sus reivindicaciones y las asociaciones de vecinos comenzaron a pedir lo que con justicia se le debía al barrio hacía muchos años.
Sus más de 20.000 habitantes son una semilla que habla de futuro, de sueños compartidos que solamente tienen un camino: mejorar.
MAESTRO EN CAN ORIACH
Mis visitas esporádicas, porque estudiaba en Madrid y trabajaba durante todo el verano, fueron soportando el panorama desolador de las calles sin asfaltar, llenas de barro en navidad, y de los olores de los desagües que ambientaban las calles lejos de la Avenida Matadepera en verano.
Una serie de circunstancias me llevaron a trabajar de maestro en el colegio Miguel Carreras, aquel primer centro público del barrio, con un sueldo que apenas daba para subsistir y que te hacia depender de las famosas permanencias y de las clases particulares para llegar a fin de mes. Estas clases particulares fueron mi preparación para las oposiciones que sorprendentemente marcaron mi relación con el magisterio y con Can Oriach al aprobar los exámenes sin esperarlo. El guía de Ibiza no volvió a enseñar la isla, aunque tenía trabajo para el verano, porque debía doctorarse en los Principios Fundamentales de la dictadura franquista.
Al aprobar me trasladé al Rudera, actualmente La Roureda, para convertirme en maestro y residente en 1974. Allí fui conociendo el barrio pues vivía en la calle La Molina con vistas a Monserrat. Pasé por interino, propietario provisional y me convertí en definitivo, en setiembre de 1977. Para entonces estaba integrado en el centro donde la mayoría de maestros venían de Castilla, Andalucía, Valencia o Extremadura por citar algunos lugares de España pues el sueldo no era muy atractivo y se necesitaba personal para cubrir las necesidades educativas.
Aún se seguía luchando por el asfaltado de las calles, el alumbrado público, fuentes públicas más cercanas y por los espacios “verdes” amenazados por la construcción ante la demanda de pisos de los más de 25.000 habitantes del barrio que crecía sin freno ya en el año 1975. La iglesia de Can Oriach, no las otras, y la asociación de vecinos seguían siendo los protagonistas de la defensa del barrio y de las condiciones laborales de los trabajadores.
La mayoría de los maestros del Rudera estaban lejos de sus familias y eso propiciaba una mayor relación entre ellos. Al calor de unos cubatas surgió la idea de crear un equipo de fútbol para federarse y jugar cada domingo por media Catalunya lo que se llevó a cabo en la temporada 1977/78 y duraría hasta la temporada 1979/80. Cuento esto porque de aquí surgirá la creación del Club Deportivo Escolar Can Oriach, sin aquellos maestros que trabajaban todos en las escuelas del barrio no hubiera sido posible su nacimiento.
El UDEMSA, mal llamado Unión Deportiva de Maestros de Sabadell porque nos sentíamos de Can Oriach y futboleros por los cuatro costados, estuvo federado tres temporadas hasta que la marcha de los maestros para sus tierras de origen acabó con su existencia. Vilanova del Camí, Collbató, La Mina, Ripollet y cien lugares más combinaron los domingos con el campo de la Planada y los vestuarios del colegio La Floresta. Recuerdo que algunos días teníamos que despertar a alguna persona para conseguir los 11 jugadores de rigor.
De aquí surgirá el núcleo que creará el club motivo de estas páginas, profesores de La Roureda, La Floresta, Calvet Estrella, Gaudí, Miguel Carreras y Juan Ramón Jiménez formaron parte de dicha experiencia novedosa al mismo tiempo que jugaban al fútbol.
La otra idea que le hará posible es el deseo de acabar con los restos de la dictadura y de la Falange que aun dirigían el deporte de Sabadell. Siempre quisimos un deporte menos competitivo y que llegara a todos los alumnos y eso nos llevó a separar el barrio de las ideas que primaban en Sabadell en aquellos años de la transición.
¿CÓMO PUDO SURGIR?
El colegio La Roureda fue uno de los culpables...
Es un misterio que, sin medios materiales y sin dinero, de la noche a la mañana apareciese en Can Oriach una movida deportiva y social del tamaño que vamos a relatar. En el curso 1977/78 se gestó una organización que ni quienes estábamos dentro nos podíamos imaginar el alcance de nuestras decisiones.
Algunos maestros y maestras durante las temporadas 1975/76 y 76/77 llevaban equipos escolares que participaban en las competiciones de Sabadell y bajaban a jugar al centro. Eran unos 10 equipos de todo el barrio y existía mucha rivalidad con los colegios de frailes y monjas, el ambiente era tenso y muy competitivo. Esto último hacía que fueran poco educativos los enfrentamientos.
El deporte en Sabadell seguía regido por el alcalde franquista, dirigido por personas de ideología falangista y hasta había en la Junta Local una delegada de la Sección Femenina. Franco había muerto pero sus sucesores seguían gobernando la ciudad. En aquel 1975 distintas asociaciones vecinales exigían la dimisión del consistorio franquista y su democratización y entre los centros escolares apareció una corriente de pensamiento que luchaba por la desaparición de los directores escolares y la implantación de direcciones colegiadas más acordes con los tiempos que se soñaba podían llegar.
Los alumnos que competían en los años anteriores crecieron y deseaban seguir jugando. La propuesta que les hicimos fue seguir en categorías superiores y ayudar a llevar algún equipo de niños o niñas de la escuela donde habían cursado la EGB. Los centros donde coincidían los tres factores, La Floresta, Roureda y Calvet Estrella fueron el núcleo de lo que pronto sería el Club Deportivo Escolar Can Oriach.
Desde la perspectiva de hoy aquellos adolescentes no tenían ni la edad ni la formación mínima para llevar a cabo competiciones a nivel de barrio, pero les sobraba ilusión y la capacidad de soñar y sentirse útiles e importantes. Hoy nos denunciarían por explotar a estos adolescentes y seríamos responsables de cualquier accidente que pudiera surgir. Eran otros tiempos y tuvimos la suerte de no tener ningún problema y de salir adelante creciendo cada año más. Ellos y ellas tenían 15 años, un regalo inesperado, son el otro elemento indispensable para comenzar a caminar.
Nos enfrentamos al ayuntamiento franquista que nos rogó que no diéramos semejante paso porque fracasaríamos estrepitosamente, hasta de rodillas nos pidieron los organizadores del deporte escolar en Sabadell que desistiésemos y cuando vieron que nos crecíamos llegaron las amenazas y nuestra promesa de tener tantos niños y niñas jugando en nuestro barrio como ellos en toda la ciudad. Una chulería que debió acompañar, después, a unos cubatas para iniciar los contactos necesarios para comenzar el camino
PRIMEROS PASOS
Otro de nuestros pilares: La Floresta
La temporada 1977/78 la pasamos a trompicones buscando dinero, contactos y pensando cómo extender la idea para que los centros de Can Oriach se unieran a nuestro proyecto para formar competiciones atractivas. Algunos equipos seguían participando en las competiciones de Sabadell y nosotros comenzamos a perfilar la idea de ser algo diferente que llegara a muchos alumnos disminuyendo la competitividad.
El fútbol estaba suficientemente desarrollado y decidimos que nuestro club se centrase en el atletismo, el baloncesto, el balonmano y el voleibol. ¡Maestros futboleros!
La idea era disminuir la competitividad y ayudar a crear un ambiente agradable que apartase la droga y la delincuencia de la mente de los futuros jóvenes. Can Oriach contaba ya con más de 40.000 habitantes y tenía 8 centros escolares, todos ellos públicos. Ahhh... y demostrar al ayuntamiento franquista que éramos capaces de cumplir las amenazas.
Las visitas al Consejo Superior de Deportes en Esplugas se convirtieron en una rutina, las entrevistas con sus dirigentes se intensificaron, trasladamos nuestras ideas y les mostramos lo que ya teníamos en funcionamiento en la temporada 1977/78 y los proyectos que llegarían en el siguiente curso si nos ayudaban. No sabemos por qué, sospechamos que necesitaban apariencia de ayudar a organizaciones lejanas a la dictadura, pero los 60 equipos que jugaban en los colegios del barrio y el cros que organizamos en Can Deu con más de 400 alumnos, monitores y maestros también debió ayudar a pensar que nos podían tener en cuenta. Algún maestro de La Roureda, valenciano, tenía contactos con la entidad y abrió las primeras puertas.
El ayuntamiento se había convertido en nuestro enemigo y comenzamos a pedir ayuda a Cajas de Ahorro, Bancos, tiendas del barrio y hasta a empresas como Nestlé, madalenas Ortiz o Coca Cola recibieron peticiones de colaboración para llevar a cabo el proyecto y tener camisetas y balones para las actividades que se realizaban.
Rifas, unos poquitos socios, la lotería, coches particulares que viajaban a cuenta del propietario a Barcelona, a Esplugas y a cualquier lugar donde nos pudieran ayudar hicieron posible malvivir durante este primer año. Teníamos las instalaciones de los colegios, los conserjes que nos aguantaban sábados y domingos, el material de los centros y unos directores y Asociaciones de Padres que no pusieron pegas a nuestro proyecto.
Los padres de los alumnos, en aquellos años, tenían más horas de trabajo de las que podemos contar y casi nunca aparecieron en los colegios para ver a sus hijos jugar. Quizá el que los alumnos no pagaran nunca nada, pues el club se hacía cargo de viajes, camisetas, balones y de entrenar gratis a los equipos hacía menos llamativa la labor que el Club estaba realizando. Sin los exalumnos que seguían jugando en 1977/78 con nosotros, y alguno ya federado, nada hubiera sido posible, sin la ilusión de aquellos maestros nunca hubiera nacido el club.
Aunque parece que no hemos existido pues en todas las revistas, documentos, historias del barrio que he consultado nunca aparecemos y se cuentan los logros de cuantas entidades existieron en aquellos años en Can Oriach. Desde los clubs de fútbol al motocros (que solamente sentí en la fiesta mayor), pasando por el ajedrez, la colombicultura, los clubs de petanca o la sociedad pajaril todos tienen extensos relatos de sus actividades deportivo-recreativas y se ignora a nuestro club completamente. Creo que merece unas líneas por lo que iremos relatando.
Sin los maestros y monitores de La Floresta este club no hubiera nacido. El balonmano tenía allí su centro neurálgico ¡y a nuestro tesorero!
TODO SON SORPRESAS AGRADABLES
El curso 1979/80 comenzamos a creer en los milagros porque una tras otra se sucedían las sorpresas agradables, aunque no por parte del ayuntamiento que acababa de ser elegido. Tantas esperanzas en que llegara y al club que estábamos formando no le llegaron sus detalles. Como anécdota en una de las reuniones con el concejal de deportes, para pedir ayuda para organizar uno cross en el bosque de Can Deu, se paró en las escaleras y nos dijo que no podía hacer nada porque no disponían de motos y era muy caro el combustible y poco adecuado para el bosque y para los niños. Parece que tardó meses en enterarse de que el cros no necesitaba motos.
Como decía fue el año de la consolidación de nuestra organización. Crecieron los colegios participantes: Montllor, Gaudí, Miguel Hernández (Kennedy), Miguel Carreras, Jonqueres, Sant Julià, Juan Ramón Jiménez, Isabel la Católica y Can Planas se unieron al proyecto y Roureda, Floresta y Calvet Estrella crecieron en equipos participantes. 12 centros, con diferente número de equipos e implicación, comenzaron a participar en la movida atrayendo con su idea a maestros de otros colegios del barrio.
Eran colegios donde trabajaban maestros que compartían las ideas y sueños de quienes comenzamos esta experiencia. Coches con el equipo de baloncesto entero ocupando su pequeño espacio subían los sábados a jugar con nosotros, entrenaban entresemana, pagaban la gasolina los profes y de vez en cuando invitaban a sus jugadores a un refresco. ¡Era otro mundo donde se ponían pocas multas!
Nuestros 42 equipos de baloncesto, 41 conjuntos de balonmano y 16 de voleibol sumaban 99 equipos, con 74 en competición organizada, que con los cross acabaron llamando la atención de algunas instituciones.
La Caja de Ahorros de Sabadell nos concedió un premio en su programa de Actuació Sòcio Cultural. Eran ocho premios que fueron a Palau, Santa Coloma, Polinyà, Sabadell y Santa Perpètua y a ¡Can oriach!. Comenzaba a valorarse el trabajo que se realizaba. Ver las calles y colegios de Can Oriach con grupos de niños que se desplazaban a jugar parece que nos hacía visibles. 80.000 pesetas eran una ráfaga de aire fresco que despertaba a cualquiera.
El contacto que teníamos con el Consejo Superior de Deportes nos sorprendió un sábado con una llamada para recibir un cheque de 200.000 pesetas para ayudar al mantenimiento del club. Dos maestras recibieron en Barcelona, cerca de la casa de Jorda, en la calle, el bonito cheque sin una firma de haberlo recibido y pendiente de justificar con un folio donde se especificaba en qué se había gastado sin comprobantes de ninguna clase. Los colegios si lo notaron en material deportivo, los monitores adolescentes en algún detalle y los equipos federados en los autocares que acompañaban los desplazamientos cuando iban al mismo lugar 2 o 3 equipos.
Algo parecido a la euforia hacía que las horas dedicadas al Club fueran más satisfactorias.
Dinero suficiente para comprar un piso en Can Deu (276.000 pesetas), una pasta.
DISFRUTANDO DEL BOSQUE DE CAN DEU
Siempre me he preguntado por qué nos dejaron vivir en la parte alta de la ciudad con este precioso bosque al lado. Ni la ventada ha podido con él y tenemos la suerte de poder disfrutarlo, yo sigo frecuentando sus senderos de vez en cuando.
En el primer cross que organizamos, sin la ayuda de las 400 motos del concejal de deportes, creo que acercamos el bosque a los niños. La coca cola nos ayudaba a que fuera mayor la asistencia porque nunca faltaba en su intento de crear adictos a su sabor y nosotros de pedirle que viniera porque era un aliciente más para pasar la mañana en el bosque.
Al comienzo sin dorsales, con maestros y monitores marcando la ruta y con la salvedad de dar premios informales (hasta medalla generalizada) aunque todos intentaban alargar la zancada para ganar al de al lado. Los maestros y monitores también hacían su carrera, unos acompañando a los alumnos y otros compitiendo entre ellos para disfrute de los niños que comprobaban que no todos habíamos nacido para ser figuras del cross.
Pedir los permisos, marcar recorridos, asegurar a los alumnos, pedir obsequios, publicitarlo, tener una ambulancia por si algo se torcía en la carrera... todo esto hoy parece de perogrullo pero hace 40 años a unos aprendices de todo les costaba hacer que 400 o 500 chicos y chicas disfrutasen de una bonita mañana (y pasarlo bien ellos también). Nos hacía visibles, el barrio se llenaba de grupos de niños aquellos sábados por la mañana y rompíamos la rutina de los partidos; convivir en el bosque mejoraba nuestra relación.
Defender el bosque, no dejar que avancen las casas amenazantes que hacen lejana la frontera de la plaza Montella o del campo del Tafat, ya Can Deu había asentado sus reales con aquellas viviendas que con sus colores llamaban la atención. ¡Qué regalo tener el bosque tan cerca! Espero que no haya más invasiones y que recuperemos lo que el viento nos robó.
Dejar el bosque como una patena era el último objetivo del día antes de comentar el ambiente y recuperar fuerzas. Las risas presidían el recuerdo de las anécdotas de las carreras de la mañana.
Cada año la misma historia, pero con más medios humanos y económicos. Ya todos llevaban su dorsal y ropa deportiva y hasta algún premio por detalles de deportividad o por haber participado, aunque llegara en última posición. Creo que muchos pisaron por primera vez el bosque y casi todos eran novatos en correr detrás de su sombra, en aquellos tiempos no había profesores de Educación Física en los centros y no existía la costumbre de pasear por lugares parecidos a la “ruta del colesterol”. Las preocupaciones eran otras...
FORMAR A MAESTROS Y MONITORES
Vicente San Juan nos ayudó a crecer.
Pronto nos dimos cuenta de que los chavales que salían de la escuela necesitaban aprender a entrenar, al igual que los maestros que daban sociales o matemáticas. El Club organizó unos cursillos de monitor para los diferentes deportes: Baloncesto, Balonmano y Voleibol.
En el último trimestre de 1978 realizamos, en unos gimnasios viejos y sin condiciones de unas escuelas, los tres cursos. El problema principal era que los adolescentes no tenían la edad requerida y solamente conseguimos que asistieran al curso sin darles el título. El número de maestros no era suficiente y tuvimos que buscar amigos mayores que completaran el mínimo exigido.
El curso básico de Baloncesto lo impartió Vicente San Juan, exjugador del Barcelona y exentrenador del Barcelona y del Valladolid (aquel de Cabrera), recientemente fallecido, que nos trató con cariño y compartió algunas cervezas con nosotros además de ser un gran maestro de su deporte. Dos años después, en 1980, nos visitaría de nuevo, en unas instalaciones mejores, para el Curso de Preparador Provincial de Baloncesto. Hasta nos visitó algún día, en aquel barrio que estaba asfaltando sus calles, Lluís Cortés jugador del Real Madrid y del Joventut que pronto sería presidente de la Asociación Catalana de Entrenadores de Baloncesto. Todo un lujo para los maestros y, sobre todo, para los adolescentes que amaban el baloncesto.
El curso de balonmano lo impartió, creo recordar, Peñafreta, que era entrenador de la selección nacional. Los mismos problemas, aunque solamente tengo constancia del Curso Provincial de Monitores.
Por último, los seleccionadores nacionales de Voleibol dirigieron el otro curso básico de monitores.
Recuerdo mucho el buen ambiente que había y lo mucho que llegamos a reírnos en los cuatro cursillos a los que asistí. Estas reuniones crearon un buen ambiente en el club porque convivimos monitores y maestros durante muchas horas y eso ayudó a los dos grupos a convencerse de que formaban parte de algo más que unos partidos de los sábados y domingos. Y los arbitrajes mejoraron mucho por los conocimientos que adquirimos.
A cada curso asistían entre 25 y 50 alumnos, había balones por todas partes y acababa con una cerveza en el bar de Manolo bien entrada la noche. Creo que fue un trimestre que nos permitió sentar las bases del funcionamiento: sabíamos algo más de deportes y federamos a varios equipos integrados por nuestros monitores y monitoras para jugar por toda Catalunya.
En Can Deu arraigó más el balonmano y en el Calvet y La Roureda lo hizo el Baloncesto. El Voleibol no tuvo tan buena acogida entre los monitores y los equipos de alumnos acabaron desapareciendo por la dificultad de los niños para disfrutar del juego. Nos acercábamos un poquito más al sueño, aunque los ayuntamientos, el franquista y el del PSUC, no vieron con buenos ojos aquella movida no controlada de Can Oriach.
Hasta para utilizar el pabellón cubierto del instituto Casablancas para realizar el curso de Preparador Provincial de Baloncesto tuvimos que pasar por el visto bueno del inspector de enseñanza y que la delegada nos diera el permiso por escrito. ¡¡Tenía canastas, luz y calefacción!! Cuento esto porque cada paso era difícil y el acceso a las instalaciones de los colegios solamente fue posible por los maestros que ejercían en ellos.
LAS INSTALACIONES
Teníamos a nuestra disposición las instalaciones deportivas de todos los colegios que participaban en el Club. Las pistas de cemento de baloncesto y balonmano, los gimnasios, con muchas espalderas, pero sin una sola canasta o portería y con suelos donde era imposible votar una pelota. Era una gozada ver las pistas llenas de niños jugando, o esperando para jugar, las puertas de los centros y de los vestuarios abiertos, sin que recuerde ningún percance o lesión de importancia.
Ahora hablan de centros con las instalaciones abiertas, nosotros las teníamos a nuestra disposición antes y después de las clases y sábados y domingos. Aquellos conserjes, que vivían en el recinto escolar, tuvieron una paciencia infinita porque solamente los claustros aprobaban nuestras actividades y ellos no cobraban horas extras... Ni un lavabo muy sucio, ni un aro roto con la tentación de las redes a mano, patios limpios respetando huertos y árboles. Yo hoy no me lo creo, debemos ser muy selectivos en los recuerdos.
Pero teníamos un problema con la luz, los equipos federados entrenaban por la noche y en invierno oscurecía muy deprisa. Era más sencillo obtener la subvención de la caja de Sabadell o el cheque del Consejo Superior de Deportes que conseguir que el ayuntamiento instalase luz en algunos de los campos que utilizábamos diariamente.
Tengo dos hechos que no he olvidado.
Un maestro/a baja a 6 monitores mayores en un coche (siempre de sobrecarga) a un descampado donde alguien había visto unos postes de la luz en el suelo. Cogieron los postes de la luz, los cargaron sobre sus hombros e hicieron más de 5 kilómetros para llevarlos al Roureda e hincarlos en los hoyos que previamente habían preparado. Un amigo electricista hizo, por el patio, un alargue hasta las pistas deportivas que estaban a más de 100 metros. Tuvimos luz unos meses. Hoy ni ellos, ni yo, ni nadie se atrevería a tamaña osadía y a tan poca seguridad, pero muestra ilusión podía a la prudencia. ¡¡Eran palos de la luz!!
Floresta y el Calvet tenían el gimnasio al lado de las pistas, no necesitaron postes de la luz y se conformaron con unos focos rudimentarios colgados en el techo del gimnasio y conseguían una insuficiente iluminación de las pistas, pero con algo más de seguridad. Por supuesto la instalación era llevada a cabo por los monitores. ¡Tiempos! Cada colegio iba buscando soluciones.
Necesitábamos un pabellón sencillito, no como los de ahora, para entrenar y jugar cuando llovía (Recuerdo el sábado que vino a jugar, como un detalle, el equipo junior de baloncesto del Barcelona y comenzó a llover. Tuvimos que ir a jugar a un pabellón de Barberá). Pegas con el terreno, pegas con el ayuntamiento, manos tendidas para recibir comisiones en las subvenciones, toda una lucha perdida para un Club que movía más de 800 escolares y llegó a tener 8 equipos federados (4 masculinos y cuatro femeninos) que en Catalunya solamente los tenía el Joventut de Badalona.
Quizá la soberbia de no aceptar mordidas y comisiones ilegales afectó al futuro del Club, pero los que nos rodeaban tenían el terreno y el dinero y no cedimos. A mí aún me queda la duda de si debimos olvidar un rato nuestros principios y hacer que una necesidad se hiciera realidad.
SOMOS MILLONARIOS
Viajamos a Esplugas convocados por Jordá, aquel que nos entregó el cheque de 200.000 pesetas sin firmar nada, y estábamos de pie en el despacho de un señor que estaba sentado. Nuestro enlace le dijo que era necesaria la ayuda que pedía y el señor que estaba sentado le dijo que ya estaban todas las subvenciones concedidas y que si nos la daba a nosotros tenía que quitar a alguien de la lista.
Después de hablar de nuestra labor puso mala cara, pero tachó a alguna entidad y escribió nuestro nombre y de esta forma tan rocambolesca pasamos a ser “Plan Experimental de Promoción Físico-Deportivo Escolar” del Consejo Superior de Deportes. Eran planes para 4 años, a nosotros nos concedieron solamente para uno, pero en aquel momento era una bomba millonaria inesperada. Nunca habíamos soñado nada parecido y hubo celebración por todo lo alto.
Nosotros habíamos mandado un presupuesto de casi 3.000.000 de pesetas, pero era por poner algo. Un maestro en aquellos años ganaba alrededor de 30.000, ya podéis hacer cuentas. El otro día hablamos de lo que costaba un piso en Can Deu, unas 300.000 pesetas, podíamos montar una inmobiliaria...
Faltaban muchas cosas. No estaba fundado el Club, había que crear unos estatutos, todo eran prisas porque estaban en juego 1.248.000 pesetas.
Se funda el Club y se aprueban los estatutos el 27 de febrero de 1979. El convenio con el Consejo Superior de Deportes se había firmado el 2 de febrero de ese mismo año y exigía que existiéramos para cobrar. La Junta Gestora estaba formada por nueve maestros y el único monitor que era mayor de edad. A mí se me asignó el cargo de Relaciones con otras entidades, no tenía coche ni carnet de conducir así que empezábamos bien....
A veces te sonríes con todas estas coincidencias, siempre he sospechado que aquel maestro valenciano tiene algo de culpa en este tema. El 10 de setiembre recibíamos un cheque por valor de 925.934 pesetas que sumando las 200 de famoso cheque y los cursillos que se organizaron debieron sumarle el total concedido al Consejo Superior de Deportes.
Justificamos el presupuesto con un folio firmado por el tesorero con gastos de viajes, material deportivo y arbitrajes sin ninguna factura o documento acreditativo de los gastos. Eran otros tiempos, ellos tenían prisa por tener una organización popular y alternativa, porque eran los mismos que mandaban antes de morir Franco, y nosotros éramos un renglón que les justificaba...
Era dinero para un año y nos duró cinco, nos siguió costando dinero a quienes colaborábamos porque nadie cobraba nada, pero nuestros equipos federados podían seguir creciendo y nuestros colegios tenían material suficiente para sus actividades.
AMBIENTE DE LOS SÁBADOS
Nadie daba duros a cuatro pesetas. En poco tiempo, con el esfuerzo de muchas personas, se había creado una imagen que nos hacía visibles para algunas instituciones a nivel deportivo. El barrio parecía tener nueva vida los sábados y domingos por la mañana.
Lo que más recuerdo son las calles llenas de grupos de niños y niñas acompañados por un monitor/a. Formales, equipados de forma desigual, respetando las normas y contentos porque iban, o venían, a hacer algo que les gustaba: jugar al Baloncesto y al Balonmano. Al llegar a los centros los patios estaban muy concurridos entre los que acababan, los que jugaban y los que esperaban su hora. Era fácil que más de cincuenta niños y adolescentes llenaran de vida los patios abiertos de cada uno de los colegios. ¡Y era sábado!
Aquí tenéis a una parte importante de los culpables.
Evidentemente todos querían ganar y se entrenaban durante la semana para hacerlo bien. Había partidos muy desiguales porque no estaban seleccionados por su calidad deportiva, pero todos se esforzaban por derrotar al colegio de al lado. Una de las rivalidades que más recuerdo era la del Miguel Hernández y La Roureda de baloncesto femenino pero la imagen que nunca olvidaré es la de una jugadora alevín, pequeñita y con gafas, que corría como un rayo y robaba balones con una alegría contagiosa.
Los árbitros, nuestros árbitros, eran respetados y el clima de cordialidad seguía vivo al acabar el partido. Existían entrenadores más competitivos que otros, había gritos, pero no recuerdo ni una sola pelea ni un solo viaje al Niño Jesús, aunque alguno habría.
Los maestros, al igual que en el cross, también intentaban jugar con los cadetes en los primeros años del club. Aquellos futboleros haciendo cursillos de todos los deportes y atreviéndose con el balonmano y el baloncesto. La mayoría de ellos marcharon a su tierra al comienzo de los años 80 dejando el protagonismo a los monitores y a otros educadores que llegaban de Valencia, Extremadura, Asturias o León.
Quizá el mayor acierto fue comenzar a federar equipos tanto de chicos como de chicas que viajaban por toda Catalunya desde Tarragona a la Seu d’Urgell y desde Igualada a Torelló lo que permitió una gran estabilidad de las personas que se iban haciendo mayores y encontrando trabajo pero que habían crecido con el gusanillo del deporte desde la escuela. Eran más protestones y guerreros con los árbitros en las competiciones con equipos de fuera, pero muchísimo menos que la fama que nos precedía al ser una barriada marginada o que las caricias, en forma de insultos, que reciben hoy de los padres en muchos campos de Catalunya.
Siempre recordaré con cariño la santa paciencia de aquellos conserjes que vivían en los colegios pues nuestros alumnos robaban mucho tiempo a su descanso. Abrir y cerrar puertas y lavabos, estar al tanto de que nada se estropease y el jolgorio que invadía los patios ya a las 9 de la mañana de los sábados... y domingos. Ellos tampoco cobraban las horas extras.
Para muchos alumnos los sábados rompían la monotonía de la semana y les permitía conocer a personas de otros colegios que jugaban con ellos. Quitando el fútbol eran pocas las alternativas que ofrecía el barrio. Debían sentirse libres jugando con sus compañeros/as. Siempre al recordar echamos de menos a los padres, me imagino que quienes jugaban también, pero eran otros tiempos, duros y difíciles, y los niños no estaban tan remirados como en el siglo XXI.
Ahora recuerdo mi infancia y adolescencia y en mis juegos estaba presente la calle, el arroyo, el aro, pero casi nunca mis padres.
SALIDAS DEL BARRIO
El club hizo sus primeras salidas con los equipos federados; equipos de baloncesto y balonmano comenzando a jugar por toda Catalunya. Nuestros monitores hacían una doble labor: entrenar equipos de los colegios y hacernos visibles jugando a su deporte favorito. Al comienzo con autobuses de línea y transbordos de tren porque los coches de los padres, si los tenían, no nos acompañaban.
Disponíamos de más medios y durante más de cinco años pudimos resolver algunos de estos problemas fletando un autobús cuando jugaban varios equipos en una misma ciudad, pero tenía el inconveniente de que los tres equipos tenían que esperar a que acabase todo y el invierno en Igualada o en Torelló era durillo. Coches de jugadoras/es, entrenadores/as o amigos suplían las dificultades cuando había que hacer desplazamientos como el de la Seo d’Urgell.
De vez en cuando salíamos con autocares a ver una final de nuestros equipos o al pabellón del Barcelona donde disfrutábamos del baloncesto y hasta del hockey. Ya que teníamos invitación aprovechábamos la mañana completa...
Organizamos varias salidas a las pistas de atletismo con los escolares donde pasábamos una mañana llena de pruebas: saltos, carreras... y paseos por el césped. Autocares llenos camino de la novedad, aunque para algunos, como Pernia, eran instalaciones conocidas. También bajábamos a los cross de Sabadell, tanto Oya como Valentín salían de nuevo del barrio a correr cuando no visitábamos el bosque de Can Deu.
Quienes más viajaban fuera del Can Oriach eran los monitores que tenían su carnet para ver al Sabadell o visitar el Club Natación. Esta idea de sellar por detrás los carnets de los monitores la copiamos de cuando algunos maestros hacíamos de monitores para el ayuntamiento franquista y nos permitía juntarnos a ver el fútbol de Sabadell lo domingos por la tarde (aún recuerdo, al salir con unos maestros del fútbol un domingo, los coches de delante y de atrás pinchados y el de mi amigo intacto y las risas de algunos vecinos en el bar de la plaza Montella cuando nos sentamos a acabar la tarde).
CALVET ESTRELLA
Aquellos palos de la luz del patio del Roureda duraron poco tiempo y la actividad nocturna de baloncesto se trasladó al Calvet. José Ramón y unos maestros amigos consiguieron que, entrando por una calle lateral, disfrutáramos de aquellos dos focos colgados en el exterior del techo del gimnasio. Allí se trasladaron también con el tiempo la mayoría de los partidos de los domingos.
Éramos un barrio que no tenía buena fama y los árbitros venían asustados, acostumbraban a tener reacciones desorbitadas y las multas y las sanciones no nos eran ajenas. El poco público que asistía tenía un lenguaje propio que podía intercalar elogios con amenazas, evidentemente éramos parciales porque queríamos que nuestros equipos ganaran y más si eran de Sabadell...
Can Oriach - C.N.Sabadell
Diari de Sabadell 28/10/198
Los jugadores que el sábado se comportaban de una forma excelente no eran tan fáciles de controlar en sus protestas ante equipos de fuera. Algún día los árbitros y la mesa se largaron al descanso del primero de los tres partidos de aquel día y tuvimos que sustituirles una persona de cada equipo. Pero había cuatro partidos cada semana durante años por lo que las anécdotas confirman que no éramos tan peligrosos como nos pintaban, siempre exigiendo que estuviera la policía para asegurar el orden ¡como si fuéramos delincuentes reincidentes!
Los equipos masculinos y femeninos que jugaban en las competiciones del ayuntamiento fueron los que formaron los equipos federados. Crecieron de forma natural a la vez que se hacían mayores y aquellos adolescentes se convertían en jóvenes en edad de trabajar, de ennoviarse o de ir al instituto. En aquellos tiempos el deporte femenino era más habitual en colegios de monjas y que nosotros tuviéramos cuatro equipos federados masculinos y cuatro femeninos ya hemos comentado que quizá solamente el Joventut de Badalona tenía esta igualdad. Hace cuarenta años la mujer no tenía la consideración social que tiene hoy en día por eso es más de resaltar lo conseguido por aquellos jugadores-monitores.
El patio del Calvet era el centro del baloncesto federado del club y el bar Frasquito, en aquella recién conquistada a la especulación inmobiliaria plaza del Pino, el lugar de reuniones y recogida de loterías, actas y resultados. Me han comentado que aún tienen algunos de nuestros trofeos así que pasaré un día a hacer una coca cola para verlos que ya no estoy para cubatas y cervezas...
LOS COLEGIOS SEGUÍAN FUNCIONANDO
Cuando el Club se fue haciendo grande existía el peligro de centrarnos en las competiciones de los mayores y olvidar el origen de todo pero esto no sucedió. Los colegios seguían funcionando y los 80 equipos de balonmano y baloncesto seguían alegrando el barrio y los patios de los centros como al principio. A veces he pensado cómo fuimos capaces de hacerlo pues no teníamos amigos en el ayuntamiento y nos trataban igual, o peor, que en los años de aquel falangista que nos quería a su lado. Creo que les irritaba no poder controlarlo y tenerlo bajo su tutela. Mejor nos habría ido cediendo un poco pero estábamos orgullosos de mantenernos independientes.
El Consejo Superior de Deportes se negó a ampliar el concierto por los tres años que le faltaban a un Plan experimental normal y los gastos de 8 equipos federados con licencias, árbitros, mesas y viajes eran una carga semanal que iba bajando nuestras reservas. Recuerdo que el Delegado Provincial, Francisco Platón, informó favorablemente para que siguiera pero todo se rompió un día en que no aceptamos llenar la caja de un comisionista que quería llenarse los bolsillos con el dinero que nos correspondía. Es el día que más juramentos echamos en el Consejo Superior de Deportes de Esplugas en los despachos, en los pasillos y en la calle. Ya he comentado que es algo que posiblemente hicimos mal porque pusimos los principios por encima de la realidad, nuestro club necesitaba aquel proyecto para sobrevivir y nosotros no éramos conscientes de la España de sobornos en la que vivíamos. ¡Aquellos maestros tenían 30 años!
Yo no consigo imaginarme el funcionamiento de aquel monstruito inmanejable. En la mayoría de las casas no había teléfono (en la mía una de ellas), los móviles ni imaginados, los ordenadores estaban por llegar, los calendarios se hacían en aquellas máquinas de letras redondas y las copias en unas multicopistas arcaicas, la distribución de partidos, árbitros, seguros, recogida de resultados… no puedo por menos de admirar la seriedad de aquellos/as jóvenes que hacían funcionar el Club.
Estudiar no era la opción mayoritaria, las familias necesitaban que sus hijos trabajaran para ir sacando adelante a las familias muchas veces numerosas. Trabajos mal pagados y que no necesitaran idiomas o bachilleratos: textil, mecánico, mozo de almacén, camionero, economía sumergida… cien formas de ayudar en casa lo antes posible. El mundo ha cambiado muy deprisa pero no podemos olvidar que aquel barrio, mi barrio, ha salido adelante, como aquel Club, por la seriedad de muchos jóvenes y el esfuerzo de todos. Y aquellos equipos viajaban desde Can Oriach a toda Catalunya...
SEIS AÑOS FEDERADOS
Habíamos recibido una cantidad de dinero respetable pero decidieron que la fiesta se había acabado, las controversias políticas se habían asentado y ya no éramos necesarios para ningún partido ni para el Consejo Superior de Deportes. Ellos sabían que acabaríamos sucumbiendo porque tenían el dinero y los funcionarios suficientes para conseguirlo. Aún éramos visibles en 1982 porque nos ofrecieron ocupar el puesto 6 en las listas de las elecciones municipales de 1983 del PSC, evidentemente volvimos a tirar de soberbia y rechazamos de entrada la oferta.
Mientras tanto los equipos seguían jugando, para poner un ejemplo de los viajes que hacíamos en 1982 el Juvenil masculino viajaba a Martorell, Cardona, Berga (que frío), Pallejà, Barcelona, Esplugas, Sant Just Desvern y, de postre, Solsona. El senior femenino, que había ascendido de categoría, llegaba a La Seu (con compras en Andorra y la policía requisando los coches y alguna confiscación), Torelló, Igualada y mil sitios a los que era difícil llegar sin coches y con muchos transbordos si no poníamos autocares, que lo hacíamos cuando coincidían varios equipos en el mismo campo.
No destacábamos excesivamente en las
clasificaciones, aunque conseguimos varios ascensos de categoría,
pero había cerca de 100 personas, la mayoría monitores, que estaban
vinculadas a los 8 equipos federados. A pesar de loterías y
camisetas de algunas tiendas el dinero bajaba año tras año y hasta
nos quitaron los monitores que antaño subvencionaba el ayuntamiento,
pero no se rendía el Club solicitando nuevas subvenciones, pidiendo
un Pabellón o una piscina para el barrio.
Recuerdo la alegría que la temporada 83/84 nos dio el equipo Juvenil Femenino al quedar campeón de Barcelona en su categoría. Aquellos enfrentamientos con el B.I.M. de Barcelona crearon un gran ambiente y ganar los cruces nos llevó a jugar la final autonómica a Tarragona. Un autocar de 60 plazas nos hizo presentes en el pabellón para enfrentarnos a los ganadores de las otras tres provincias. Llevábamos bocadillos para jugar la final pero todo se torció en la segunda parte de las semifinales y nos quedamos con las ganas pues al descanso ganábamos de 10 puntos. Aquel entrenador que no pasó por el vestuario, por aquello del femenino, en el descanso aun se arrepiente. No volvimos tristes porque seguimos cantando también al regreso.
Sé que hay cien historias parecidas pero ésta, de mi último año en el Club, nunca la he olvidado.
Mañana balonmano...
BALONMANO
Fue el otro deporte que movió más escolares en los primeros años. Aquellos equipos de infantiles que competían en Sabadell fueron la base para poder crear equipos de alevines que disfrutaban jugando. Floresta y Roureda fueron el núcleo de las competiciones con A, B y C (ya hemos explicado que no eran seleccionados por dominio de su deporte) en muchas categorías, lo que indica que la mitad de los alumnos practicaban alguno de los dos deportes predominantes.
¿Os imagináis que en un curso de séptimo de E.G.B. (hoy 1º de la ESO) más de la mitad jugasen con el Club? 40 alumnos de los 70 que había en Roureda participaban en las competiciones y muchos más en los cross que se montaron.
En el año 1979 había 10 equipos de balonmano infantil masculino y 11 de alevines, la mayoría de Roureda, Floresta y Montllor. En categoría femenina comenzaban a formarse equipos alevines, sobre todo en Floresta que antes no tenía participación. Los maestros contribuyeron en los primeros años a entrenar a los diferentes equipo, en Roureda recuerdo a José Antonio, Gregorio, Angel y Federico salían con sus equipos los sábados y entrenaban con aquel poste de la luz con su foco encendido.
Qué foto tan emotiva
M.ª Carmen, Esperanza, Pepi, Montse, Olga, Valle y Laso fueron las pioneras en mi colegio para que Cruz, Prado, Reme, Susana, MªLuisa, Contreras, Rafi, Nuria, Alicia, Mª José, Rocio, Galisteo, Manoli y M.ª Dolores continuarán con la aficción al balonmano. Ya comenzaban Rojas Avila, Sanchez y Soldado a entrenar. La marcha de todos aquellos maestros a su tierra hizo que no continuara adelante este deporte con equipos federados.
En 1980 La Floresta era donde se centralizaba toda la actividad del club en cuanto al balonmano (actas, arbitrajes, comité de incidencias, material...) Jose Carlos Urrero, Antonio Tejedor y alguno más dirigían las operaciones. El colegio participaba con 2 equipos de Alevín femenino, 3 equipos de alevín masculino, 2 de infantil masculino y uno de cadete masculino. Manuel León, Antonio Carrillo, José Vega, José M.Izquierdo y Antonio Digtitos? eran algunos de los monitores de Floresta en aquellos inicios del Club. La gran satisfacción fue que cuando nuestro club se vino abajo otras personas continuaron con equipos federados y escolares. Can Deu tenía personalidad propia y siendo fundamental en nuestro Club siempre tenía más apoyo de las entidades del barrio.
Cada vez que aquellos niños recuerdan bonito se engrandece la labor que maestros y monitores realizaron en aquellos años en que el barrio no lo ponía fácil...
NO TODO ERA FÁCIL
Vivíamos en un barrio que acababa de asfaltar sus calles, donde “las columnas” eran una invitación a la droga, con familias numerosas en pisos pequeños lo que invitaba a la calle, se bajaba a Sabadell de tanto en tanto porque nosotros, los de arriba de la vía, habíamos nacido olvidados. Los trabajos eran precarios y el textil de sueldos bajos o la Unidad Hermética para los privilegiados obligaban a las huelgas y a reivindicar derechos y un barrio limpio, con plazas, sin barracones en las escuelas y unos servicios mínimos de transporte. El Niño Jesús era un privilegio para la salud de muchos hasta que acabó bajando, también, al centro.
Los colegios no eran el lugar idílico donde jugaban muchos niños a balonmano, baloncesto y voleibol. En segunda etapa, hacia donde di el salto desde primero, las clases estaban igualmente abarrotadas, más de 35 por aula, con unas diferencias de intereses y niveles de instrucción que hacían muy difícil atender a las personas adolescentes que se aburrían cantidad. Algunos maestros con cariño intentaban hacerlo bien, otros con la mano suelta mantenían la disciplina para impartir ciencia y yo me veía perdido en aquel mundo. Las sociales no les gustaban y hubo que dejar el libro y buscar caminos, un año decidí aprobar a todos antes de comenzar el curso y dar clase cuando lo decidieran y con los temas que propusieran. ¡Menuda cristo se armó! Otros profes bajaban a los seis años para ver si desde allí podían llegar con grupos más homogéneos a 8º.
Ellos también son parte de esta historia...
Cuento estas cosas porque pone en valor la labor de los maestros que fundaron el club y de los 70 monitores que hicieron posible lo que venimos contando. Aquellos maestros cargados de disciplina rompieron el libro de cada día y se acercaron a los niños y aquellos adolescentes rebeldes se convirtieron en personas responsables, que no faltaban a los entrenamientos ni a los partidos, y no pensaban en “las columnas” ni en bajar a ver qué encontraban en Sabadell.
El balonmano masculino también existía en el colegio y ayer parecía que solamente jugaban las niñas y adolescentes. Tres equipos alevines, tres infantiles y uno de cadetes participaban a principios de los años 80. Jose Antonio, Rojas Avila y Soldado y Cruz dirigían los infantiles y Pernia, Angel, Sánchez o Sanabria dirigían equipos alevines. Entrenaban de 2 a 3 o de 5 a 6 y acompañaban por Can Oriach a los partidos, además entregaban resultados en Floresta que ya dijimos ayer que centralizaba toda la organización del balonmano. José Carlos, desde la dirección, y Tejedor hacía posible que aquello funcionase.
Dejo una fotografía de los participantes en los equipos infantiles de balonmano de Roureda y no olvido a los alevines pero no encuentro la hoja. En 40 años muchas cosas se pierden… Medina, Galisteo, Orellana, Antonia, Margarita, Larrosa, Rey, Elías, Carmela, Dori, Rojas, Olga y alguno más que seguro he olvidado hacían la misma función con los equipos de Baloncesto. ¡Asustado de los recuerdos que vamos desenterrando! Más de 2500 entradas en los 15 días de historia.
AQUELLOS PRIMEROS AMORES
A veces los mayores olvidamos cómo eran los adolescentes de nuestros años mozos aunque nadie olvida aquel primer amor que llenó sus miradas y sus sueños durante meses o que, quizá, se ha mantenido hasta hoy. Los adolescentes hace 40 años se enamoraban de la misma manera que lo hacen hoy y tampoco todos se quedaban en miradas o en besos apasionados, a aquellos les delataban los carritos con niños que llevaban personas que habían dejado la escuela hacía dos años, que sería el equivalente a cuarto de la ESO actual. La diferencia estaba en la falta de acceso a los medios anticonceptivos pero los sentimientos y su forma de expresarlos siguen siendo los mismos.
Rodeados de adolescentes y jóvenes vivimos aquellos años. Muchos lo recordarán por haber sentido dentro del Club aquel primer amor y otros porque marcaron su futuro emocional. Aquellos cuatro equipos femeninos y los cuatro de baloncesto masculino tenían que convivir necesariamente en entrenamientos y partidos de los sábados. Es normal que dentro de aquel núcleo formado por el Club surgieran las amistades, los amores y los sueños
Mis recuerdos, que siempre se quedan con lo más bonito, son de un comportamiento ejemplar, de una discreción notable y de una concordia difícil de imaginar pues también debían cruzarse rivalidades para conseguir el cariño de algún compañero/a. Nunca llegaron a la dirección del Club peticiones de ayuda en cuestiones relacionadas con la sexualidad por parte de aquellos jóvenes y adolescentes con los que convivíamos diariamente.
Algunos entrenadores si que llevaban equipos masculinos y algunas entrenadoras equipos femeninos para no perturbar las propias relaciones pues debían pensar que el diablo acecha para cambiar parejas… Sé que son temas íntimos y que cada uno dedicará sus minutos para rememorar sus momento mágicos pero si escribimos sobre la historia de nuestro Club parece básico recordar que en nuestro entorno sobrevolaban pajaritos llenos de sentimientos.
Yo era casi el abuelo del club, con 30 años, y puedo ahora, con 72 a las espaldas, hablar por encima de un tema muy importante para muchas personas que guardan silencio pero que recordarán con cariño muchos de sus momentos íntimos. A mis años puedo decir que me siento orgulloso de haber vivido en Can Oriach y que hoy creo que si me preguntan cual es mi pueblo diría que sigo siendo de aquel barrio donde convivimos jugando a balonmano y a baloncesto.
¡Qué gozada ver aquellos árboles que plantamos en La Roureda, bajar por al Avenida Matadepera o perderme por calles llenas de recuerdos!
¡Qué satisfacción saber de matrimonios que se conocieron en esos años y que mantienen relaciones cordiales ahora que ya son abuelos!
NO EXISTÍAMOS
Si recordamos la anécdota del concejal de deportes de ayuntamiento de Sabadell sobre la inconveniencia de 100 motos en un cross seremos conscientes de la decisión de ignorar la movida de Can Oriach y el desconocimiento que tenían de lo que para el Consejo Superior de Deportes o para la Caja de Ahorros de Sabadell era digno de mención muy especial, como hemos informado la presente recopilación de recuerdos. El deseo de conseguir nuestra desaparición fue un viacrucis de 6 años en los que se fue intensificando especialmente cuando comenzaron las dificultades presupuestarias en nuestro club. El PSUC, en su afán de controlar el deporte escolar, olvidó animar y dar soporte al Club cuando lo necesitó. Una deuda que no podrá saldar…
La página del Diario de Sabadell de 1984 tiene un artículo a su derecha, “Apuntes”, que es lo más claro que he podido encontrar del poco respeto que se tenía en el centro de Sabadell por la labor escolar y federada del baloncesto en Can Oriach. El articulo habla de la gran labor de promoción de los centros privados y del Club Natación Sabadell del deporte escolar pero ni una sola palabra de los 40 equipos que cada sábado paseaban por las calles de nuestro barrio. O no sabía que Sabadell llegaba al bosque de Can Deu o existía una predisposición a ignorar lo que sucedía más allá de la vía del tren.
Al hablar del deporte federado únicamente habla de “las chicas del EQUIPO (las mayúsculas son mías) de Can Oriach” cuando en la misma página del diario aparecen cinco crónicas de partidos de esa semana de equipos federados y no figura el equipo que menciona el sabio articulista. No debía leer el Diario de Sabadell. Era un artículo sobre baloncesto y acepto que no hablara del balonmano del Club pero lo de la parcialidad que se percibe en todo el artículo muestra que un deseo de ignorarnos y de minusvalorar el trabajo de muchas personas que aparecían en esa misma página.
Todas estas cosas contribuían a que la vía aún no había dejado de ser una barrera que separaba Sabadell de aquellas más de 30.000 personas que vivíamos al otro lado.
Entre todos consiguieron que se debilitara sensiblemente el Club ante instituciones como el Consejo Superior de Deportes e hiciera más difícil conseguir dinero de otras entidades.
Ayer subí a Can Oriach. Paseé por una avenida Matadepera, muy concurrida y llena de luces y negocios. ¡Cómo ha cambiado el barrio! Pasé delante de los patios del Miguel Hernández con una iluminación tan buena como la de las pistas de atletismo o del campo del Sabadell. ¡Qué envidia! Entré en el bar del Frasquito y ya no quedan trofeos que ver sino una plaza del Pino repleta de clientes que ignoran su soledad descarnada con solo unas flores en el centro. ¡Pero no construyeron otros pisos! Y acabé contemplado un pabellón, escandalosamente perfecto, que soñamos durante años poder disfrutarlo. ¡Cuánta actividad desperdiciada! Pasé por La Planada y Can Deu sintiendo más cerca los recuerdos y que Can Oriach sigue siendo mi barrio, mi pueblo.
MIS OLVIDOS
Ayer, al encontrarme con personas de un pasado común en el barrio, fui consciente de mis olvidos. Además de ser subjetivo, porque mis recuerdos han teñido de bonito aquel club que compartimos, no he esperado a tener más información para hacer presentes a muchas personas que entregaron su tiempo para que todo funcionara o creciera. Espero que cada uno acaricie sus recuerdos y sepa perdonar la desmemoria a este atrevido “agueliyo”. El blog está abierto para rescatar experiencias que pueden ayudar a mejorar estos “escribidos”.
Se acerca el momento de relatar la desaparición del Club como entidad pero no podrán acabar con los años que disfrutamos del deporte y que nos ayudaron a crecer haciendo nuevos amigos y compartiendo experiencias. Nuestro barrio ha cambiado deprisa para ser un lugar más moderno pero nosotros mantendremos siempre el recuerdo de aquel clima cordial que nos acercaba como seres humanos.
Muchos de aquellos alumnos, maestros y monitores ya están lejos de Can Oriach y quizá intentando olvidar los problemas del barrio en aquellos años, de los trabajos duros y, muchas veces, mal pagados, de ser un barrio de inmigrantes que tuvieron que sortear muchas dificultades para que sus familias salieran adelante. Yo, que marcharía a Madrid en 1985, siempre he intentado volver a trabajar en el barrio pero las circunstancias han hecho que me jubilara lejos.
De quienes hemos hablado muy poco es de las Asociaciones de Padres y de los Claustros de los colegios. Nunca pusieron problemas al acceso a los patios a todas las horas, siempre aprobaron cuantas peticiones les hicimos (hasta aquel palo de la luz no tuvo críticas) y utilizamos sus instalaciones, despachos y material sin encontrar dificultades. La ciudad estaba muy politizada y eran más importantes las reivindicaciones salariales, la mejora de calles y los espacios verdes del barrio y acabar con las instalaciones educativas deficientes (barracones).
Las tiendas del barrio siempre nos echaron una mano con equipajes e impresiones de loterías.
No nos sentimos defraudados por la falta de público en nuestros partidos, al dejar el fútbol lejos de las competiciones del Club sabíamos que sería menos atractivo seguirrnos. Quizá los escolares sí lo recuerden con un poco de morriña, pero eran otros tiempos y las prioridades en aquella sociedad no eran las mismas de hoy.
Pongo las crónicas de algunos partidos en los que algunas personas se verán reflejadas:
VAMOS ACABANDO
Mañana será el último capítulo de esta historia con un recuerdo a quienes durante ocho años mantuvieron viva la ilusión de crear algo distinto en su barrio. Aquel barrio de calles sin asfaltar, de estadas y pisos baratos donde la droga tenía sus lugares y la vida no era fácil supo salir adelante y hoy saluda a aquellos tiempos con el orgullo de haber vivido con ilusión muchos momentos bonitos.
La necesidad de apoyar movimientos populares del Consejo Superior de Deportes franquista nos hizo vivir muchos años pero cuando pasó el achuchón de la transición volvieron a lo suyo: la élite siempre por delante y si viene con el cazo puesto mejor que ayudar a unos ilusos que no tienen ni idea de dónde se meten. Quizá es verdad: no teníamos conciencia del mundo que nos rodeaba y que sigue asomando hoy en día en las cuatro esquinas.
La actitud del ayuntamiento nos dolió más y provocó el final del Club. Si el ayuntamiento franquista intentó detenernos, el ayuntamiento democrático quiso controlarlo por completo y al no conseguirlo fácilmente decidió invadirlo con el poder de sus presupuestos. Otra vez la falta de realismo de los directivos del Club hicieron que los enemigos consiguieran con más rapidez sus objetivos.
No puedo contar con objetividad el final porque estaba lejos, en Madrid, y los móviles y las redes sociales estaban por llegar pero sí he mantenido el contacto con muchos de aquellos monitores que ayudaron a crear esta historia. Me llevé de Can Oriach el cariño de muchas personas, el amor al baloncesto y la esperanza de que nuestra experiencia haya servido a muchas personas para tener recuerdos bonitos de aquellos años.
Me jodía mucho que no apareciera en ningún lugar nuestra existencia y, “agueliyo” ya, decidí volver al pasado durante 22 días… Mañana cerramos la historia… pero queda abierta a quién quiera corregirla o ampliarla.
UNA HISTORIA DE MUCHOS. FIN
Comenzaría mi relato con los nombres de las más de 1000 personas que participaron en nuestras actividades, pero creo que ya habéis formado parte de esta historia recordando los momentos bonitos que vivisteis jugando en el Club. Sin aquel comportamiento exquisito nada habría sido lo mismo, sin aquel respeto a las instalaciones no hubiéramos durado ocho años y sin la ilusión que trasmitíais cada sábado todo habría sido más rutinario y, desde luego, para nada habría salido esta preciosa historia olvidada que hemos rescatado durante unos días.
Lo que no me resisto a escribir son los nombres de las personas que hicieron posible que los equipos entrenaran y jugaran, sin ninguna compensación económica, algo que nunca antes ni después he encontrado. No tenían la edad para comenzar el milagro pero demostraron que eran capaces de perseverar años en su esfuerzo para que los escolares del barrio disfrutaran de nuevas aficiones.
Sé que olvidaré a muchos porque el paso del tiempo hace difícil el intento. Me gustaría que se añadieran aquellos a los que mi memoria no ha sido capaz de recatar. Estos son los protagonistas de aquella historia que 45 años después aún hierve en algunas memorias:
Tiene fallos la lista porque esta escrita con aquellas máquinas antiguas( Rey, algunas repeticiones, letras extraviadas…) que no dejaban corregir a voluntad como hoy.
Añadiré algunos nombres que recuerdo y no están en la lista:
Asunción Sánchez
Lorenzo Padilla
Margarita Espinosa
Antonia Domingo
Purificación Torres
Martín del Gaudí
Mariano Quiros
Francisco Fernández
Dolores Orobitg
José Antonio López Castro, el asturiano
Antonio Orellana
Adolfo Villanueva
Tomás Garzón
Ignacio del Miguel Carreras
Valentín del Calvet
Carmela Valderrama
Magdalena Valderrama
Juan Rondón
Mariano González
Joaquín Domínguez
Mercedes
Juan Antonio Cruz
Amparo
Antonio Carballo
Nieves
Purificación
Paco
Argimiro
Lourdes González
Antonio Rodríguez
Jorge Manchado
Pedro Fuertes
Muchas más personas estuvieron a nuestro lado durante estos años: Vicente San Juan, Jordá, Gregorio el valenciano, Ramón Burgués, el Sr. Garcia, Faustino….
Maestros y monitores mezclados, como entonces.
Bueno: FIN
22 días recordando una de las obras más chulas en las que he tomado parte. Espero haber ayudado a despertar recuerdos bonitos y a que la labor de tantos vuelva a estar por escrito.